Nos la estamos metiendo doblada… ¿y a la RAE también? Resulta que RTVE publica hoy un glosario para no liarnos con la terminología en torno a las distintas vertientes del conflicto árabe-israelí (ya no sé ni cómo llamarlo, no vaya a meter la pata yo y acabe cancelado y con un piquete manifestante a la puerta de casa). El caso es que leo en dicho glosario la definición, según la RAE, de antisemitismo: "que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia", y aquí se me cruzan todos los cables de mi argumentario cuñadista, aquel que esgrimo para sentar cátedra en los debates y tertulias de terraza y barra de bar como persona leída y ecuánime, con un giro argumental y argumentado contrario a la línea generalista, según el cual, para mí (y parece que sólo para mí), antisemita sería -y es- hasta el propio Netanyahu.
Pues -oficialmente- parece que no. Pero como buen cuñado en poder de la razón, no me rindo ante el primer revés terminológico y me voy a la definición de semita. A ver si mis recuerdos de años de clases de Religión, Lengua española y distintas catequesis no vienen a darme la razón. Así que busco semita y me encuentro con que se trata de una persona "que pertenece a alguno de los pueblos que integran la familia formada por los árabes, los hebreos y otros". ¡Hala, ahora átame esa mosca por el rabo! Sí, sí, lo has leído bien: ÁRABES y HEBREOS. Y en ese mismo orden según el diccionario.
Así que vamos al meollo. Es la primera vez que lo dejo por escrito, no vaya a ser que luego lo haga alguien y me pise la exclusiva. Cuando discuto sobre el enfrentamiento árabe-israelí (siempre, como digo, en palcos de nivel como encuentros familiares o cañas con amigos y conocidos) tiro de conocimientos de tan rancio como tierno origen para hablar de los semitas como el legado de uno de los hijos de Noé, Sem, y el origen de una de las 12 tribus de Israel (a ver, que el conocimiento lo tengo, pero a veces se me pueden cruzar un poco los hechos después de tantos años). El caso es que cuando meto esta píldora de conocimiento en la discusión, yo sé que un cierto halo de admiración me cubre a ojos de mi discutidor antagonista. A mí me pasó lo mismo cuando, en alguna reflexión de taza de Roca, llegué a la misma conclusión, atando los cabos, de que semita o semítico (estudiado como raíz de las lenguas del arco mediterráneo oriental y norteafricano) tiene como lexema la palabra SEM. Es decir: el hijo de Noé, ascendencia primigenia de los pueblos árabes e israelíes según la tradición judía. Exactamente. Y si no me crees, pregúntale a San Google y a su profeta ChatGPT.
Así que 1-0 para este cuñado discutidor. Porque sí: yo tengo razón y puedo afirmar y afirmo que Netanyahu es tan antisemita o más que yo mismo aunque la definición oficial de esta palabra englobe sólo a los hostiles con el pueblo judío. Lo siento, Benjamín, pero tan nieto eres tú de Sem como lo era Arafat. ¡Y a ecuánime en esto no me gana ni Yahve!
Y ustedes, señores y señoras de la RAE, con el debido respeto: revisen sus definiciones porque yo creo que si una cosa es una cosa, su contraria -anti- no puede englobar sólo a una parte del total. ¿No les parece?
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