Documentado sobre mi entonces autor favorito, yo sabía que su hermano era pintor y el autor de ese retrato de ahí arriba donde, ahora ya viejo, veo al joven insolente, cabreado con el mundo y algo inseguro que acabó como el romanticismo manda: dejando un cadáver joven y atormentado. ¿Viejo yo? Casualmente tengo la misma edad que gastaba el autor sevillano cuando un frío día de diciembre que hoy irónicamente conoceremos como día de la salud (en aquella época creo que aún no había Sorteo del Niño), su luz se eclipsó terrenalmente. Y mira tú por dónde descubro hace algún tiempo que no sólo de rimas y leyendas, suspiros y algunos escritos periodísticos malvivía mi ídolo de juventud. que era uno de los intelectuales más admirados de su época, lo sabía. Que a pesar de su carácter, algunas de las principales publicaciones del país se rifaban su pluma, también. Pero que su mala leche y capacidad de análisis satírico, combinadas con el talento de su hermano estaban a años luz de lo que permite la libertad de expresión de hoy en día (camuflada de políticamente correcta), eso ha sido una feliz y algo grotesca sorpresa.
Así que conmemorando hoy el centésimo octogésimo aniversario del gran Gustavo Adolfo, les presento a los sátiros hermanos Bécquer y sus latigazos a la familia real. Con ustedes, ¡Los Borbones en Pelota!
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