jueves, 21 de enero de 2016

Cosas de japos. Una librería para un único libro

Librería estilo zen: Zen baldas, zen dependientes, zen -casi- libros...
Imagina aquella situación que todo viciado en bibliotecas y librerías ama: Dejarse perder los pasos entre las estanterías, deslizando cuidadosamente la vista por los títulos de los lomos, parando de vez en cuando para pasar la mano por algún lomo en particular e, incluso, llegar a encajar el dedo índice por encima para tirar del libro hacia afuera, ojear un poco, y dejarlo de nuevo en su sitio antes de continuar un paseo que no es búsqueda, pero que cuando nos hace encontrar algo pensamos: "exactamente por eso estaba yo aquí".

Bueno, pues ahora olvida todo eso antes de que te presente el más novedoso concepto de librería inventado en Japón (dónde si no). A la librería del señor Yoshiyuki Morioka -Morioka San, como nos enseñó a decir el señor Miyagi- no se va a perder el tiempo. El menú está servido de antemano. ¿Por qué? Pues porque la Morioka Shoten sólo vende un libro. No, un libro solo no. Sólo vende un título por semana. Ejemplares, los que salgan. Así que no se te ocurra ir preguntando por lo último de Vargas Llosa o la reedición de las primeras obras de Saramago.

La cosa funciona así: En un espacio mini-minimalista (tipo feng-shui, zen, o algo así), un libro
Morioka San te ve llegar antes incluso de que se
te ocurra pensar en llegar. Foto: Miyuki Kaneko
sobre un pedestal o una simple balda ocupando el centro de la estancia marca ‘la tirada de la semana’. Alrededor, en las paredes blancas, cuadros y obras de arte con una temática común: los libros. El señor Morioka, imagino, o algún empleado, debe observar todo en posición hierática desde detrás de un mostrador parecido a un casillero de estafeta, con aquella cara de póker que no sabes si está contando bolitas del ábaco, repasando las aventuras de Godzilla o concentrándose para evitar soltar un p... (recreación ficticia que no tiene por qué coincidir con la realidad). Y ahí el lector/visitante llega para girar alrededor del libro y, de paso, ver los cuadros. Con suerte se lleva un ejemplar que después, si es un turista de paso por Tokio en busca de experiencias intelectuales, podrá mostrar a sus nietos cuando cuente que él estuvo ahí. Ese libro –con el recibo dentro, para que no queden dudas- será testigo esencial de cuando Fulano sostuvo la mirada a Morioka San durante 20 segundos, dedicándole una sonrisa estúpidamente forzada sin saber si le estaba agradeciendo por el honor de su visita o preguntándole si iba a pagar en dinero o con tarjeta.

El libro de la semana es lanzado con una especie de  acto de presentación, imagino que bien cultureta y sofisticado y hala, siete días por delante para vender el mayor número posible de ejemplares.  Lo que no he visto por ninguna parte es el almacén con el stock de la semana. Ni tampoco referencias sobre qué hacen con el remanente no vendido cuando llega el finde.

Pero bueno, valga la referencia para quien vaya a Tokio y quiera conocer algo aún más diferente.  Para conocer un poco más sobre la Morioka Shoten, en el enlace de aquí al lado hablan sobre la filosofía de márketing de este espacio tan original.

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