sábado, 22 de abril de 2017

La escapada cultureta del finde: Calles angostas por pasillos atestados

Que llega un minipuente festivo, con suerte acompañado de buen tiempo y piensas "pues vamos a dar un paseíllo por la región, que está bonita en primavera". Así que desde el Estante Combado proponemos una ruta completamente cultureta muy acorde a estos días conmemorativos. Pero claro, dirás que con todas las ferias del libro que tendremos que recorrer este finde (nosotros por nuestra parte tenemos en mente dos o tres aqui cerquita de casa), a lo mejor la escapada se queda para otra semana. ¡Sin problema! Urueña es como una feria del libro todo el año.


¿Y qué es Urueña, se preguntará algún lector, principalmente de fuera de Castila y León? Pues no es nada más menos que un pueblecito perdido (es un decir) en medio de los montes Torozos de la provincia de Valladolid. De apenas 200 habitantes, su recinto amurallado original, casi tan incorrupto como la famosa mano de Santa Teresa y con derecho a castillo encantado (o lleno de fantasmas, por lo menos) alberga mucho más que unas cuantas casitas de piedra y adobe, aperos de labranza, rebaños o un teleclub. Para ser exactos, según los datos oficiales, media docena de bares/mesones/restaurantes, un hotel, dos casas rurales cinco museos y 12 -corrección en 2019: 9 y bajando- librerías. ¡Ahí queda eso!



El plano de la villa. Pincha aquí para conocerla mejor.


Foto: Guias Viajar.
Urueña fue el objetivo de un ambicioso proyecto de la Diputación de Valladolid (y no sé qué otras administraciones públicas)  por crear en España la primera Villa del Libro siguiendo el ejemplo de otras localidades europeas. El fin era revitalizar la actividad no agrícola en una localización que fuese suficientemente atractiva turística y culturalmente. Y Urueña reunía algunos puntos a su favor, como el hecho de conservar en muy buen estado un conjunto urbano medieval original con un trasfondo histórico más que llamativo, encontrarse cerca de la capital (pero a suficiente distancia como para no considerarse del alfoz) y dentro de una comarca con bastantes reclamos naturales y patrimoniales. A su alrededor se encuentran nada menos que Tordesillas, sede del Tratado por el que el Papa dio oídos a los lloros lusitanos obligando a España a repartir su descubrimiento transatlántico, hecho del que otro día hablaremos; Villalar, donde tal día como mañana Día del Libro, dicho sea de paso, se conmemora la derrota final de los Comuneros de Castilla a manos de las tropas del rey Carlos I y futuro V de Alemania; o enlazando con el referido monarca, Villagarcía de Campos, pueblecito donde se crió su hijo bastardo Jeromín, más tarde conocido como Don Juan de Austria, el héroe de Lepanto, y que es inicio de una interesante ruta por otros puntos de tan histórica y renombrada toponimia de la comarca como Wamba, la Santa Espina o San Cebrián de Mazote. También está por aquí cerca Medina de Rioseco que, aparte de ser una villa preciosa y muy querida para los que somos de por aquí, con sus soportales, su Dársena del Canal de Castilla y su barco turístico, su gastronomía... pues también fue una de las primeras derrotas del ejército español contra las tropas francesas en la Guerra de Independencia. Por si a alguien le tira más por el asunto napoleónico.


Foto panorámica que un humilde servidor siempre que va intenta repetir, ya sea desde la Puerta de la Villa,
ya desde la del final  de la calle Catahuevos, para mostrar el visual que se domina desde Urueña.

Pero volviendo a Urueña, como decimos hace justo diez años se concretaba este proyecto que por lo visto, al contrario que tantos otros que nacieron en esta tierra al son de los clarines del desarrollo rural ricamente subvencionado y financiado hasta que la teta oficial se secó y la flor se marchitó, el de la Villa del Libro ha llegado a cumplir la década. Y por lo visto con muy buena salud, a tenor del ambiente que se respira por sus calles los fines de semana (punto fuerte de su actividad) e incluso algunos días de diario en los que, a pesar de no estar ni al 25% de actividad comercial, algunos turistas despistados nos dejamos caer ocasionalmente.

¿Y qué es lo que vamos buscando? 

Qué pregunta, ¿no? Mejor será preguntar qué es lo que encontramos. Pues muy fácil: de todo un poco. En Urueña hay librerías para todos los gustos excepto para los que busquen un aquihaydetodo tipo Fnac. O casi, que de todo hay, pero con su pátina de viejuno, rural o manual. Hay librerías con mucho contenido usado y de viejo, otras especializadas, un taller de encuadernación y un especialista en caligrafía y artes papeleras, por llamarlo de alguna manera, un espacio dedicado a los cuentos... En fin, que hasta vinos te venden incluso fuera de la librería especializada en el asunto, fruto de los cultivos de la zona.

Urueña es para perderse y dejarse llevar, como en cualquier feria o mercadillo del libro, pero ésta con carácter fijo todo el año (insisto, mejor ir entre sábado y domingo o festivos, para asegurar las puertas abiertas). Dejarse llevar por sus angostas calles sin buscar nada concreto y sorprenderse con los hallazgos entre estante y estante, detrás de aquel lomo gastado o dentro de aquella caja en un rincón del viejo caserón de turno de corredores atestados. Y que nadie me reclame de los precios, porque como siempre ocurre en estos casos, los habrá mejores y peores, pero ahí ya depende del valor que cada uno crea merecedor por la experiencia.

Vista del Castillo y sus actuales 'inquilinos'..
Ya para finalizar, una última recomendación: Quedáos a comer, que la oferta es rica y variada, con gastronomía muy de la tierra y a precios justos. Os dará tiempo de ver más, entrar en muchos sitios, pasear y disfrutar las vistas. Eso sí, en fechas como la del 23 de abril, mejor reservar mesa por si acaso. Y para los que vayáis con niños, hasta donde yo sé, los únicos columpios, por llamarlos de alguna manera, son los que se encuentran en el corro de Santo Domingo, al pie del castillo. Y no deberían ser ni siquiera válidos para la chiquillada porque son para mayores. Pero bueno, que el sitio se presta muy bien para descansar un rato en el césped, jugar y contar historias de castillos encantados, aprovechando que las murallas del que nos ocupa albergan desde hace siglos el cementerio municipal. Como digo, fantasmas no le faltarán para aderezar la historia.



No hay comentarios: