martes, 11 de abril de 2017

Bloqueo lector


Hacía tiempo que no pasaba por uno de estos. De repente acumulo libros comenzados, monto uno encima de otro, dejo el anterior p'aluego, y otro, y otro. Entre la marabunta alguno se salva de la quema pero me deja como una cucharada de sopa cuando estás acatarrado, que ni chicha ni limoná... Y al final no acabo casi ninguno. No es por falta de interés, pero a veces simplemente pasa. Seguro que algún pocero de la mente tiene respuesta para este asunto. Ya encarrilaré de nuevo el tren lector con alguna cosa que caiga entre mis manos de nuevo. O no, Yo qué sé. Pero que no dejo de leer, que conste, que para eso en internet siempre hay un montón de cosas interesantes que echarse a la vista. O una avalancha de asuntos noticiosos que parece que conspiran contra ese afán devorador de páginas ficticias o ensayísticas que me esperan en su lugar habitual (dícese velando la cabecera de la cama o a la siniestra del excusado, sí. O bien haciendo peso cada vez que salgo de casa).

Sin contar los Episodios Nacionales, que dejé colgados en plena campaña junto al Empecinado, el primero de la fila está a la espera desde junio, más o menos. Ni me preocupó porque fue sólo uno. O Fundador se quedó un momento a un lado mientras le sobrepasaban a decenas por una y otra banda otros títulos ni mejores ni peores. Ahora espera su vez, aún cargado de paciencia, porque ni estar a mi lado está, que me separa de él un océano hasta que alguna visita caritativa quiera incrementar poco el peso de su equipaje con tan humilde polizón. Y ahí sí, le prometo máxima atención, hasta porque me sirve para 'matar saudades' de la literatura e historia brasileña,

Y ahora llegó 2017 con la sanísima intención de cumplir algunos de los propósitos lectores que al final el año pasado se me quedaron en el tintero y fue mal. ¡Ay, ay, ay ese Ulises de Joyce, que no! En cuanto me sentí preparado de nuevo, lo puse en su lugar, abrí la primera página casi con los albores del año... ¡Y ahí fue Troya! Lo que se me atraganta el estilo -por llamarlo de alguna manera- desordenado de ese fulano. Pero he dicho que me lo leo, y me lo leo. Punto. Como las memorias de T.E. Lawrence... Sí, el de Arabia: Lawrence de Arabia y sus Siete Pilares de la Sabiduría. Pues es que a pesar de estar muy interesante la descripción de sus peripecias a camello y otras experiencias personales de lo más interesantes para su época (si se me permite expresarlo así de pasada y sin mayores profundidades por el momento), simplemente lo he ido interrumpiendo y ya le han marcado tres adelantamientos por la derecha, como a buen inglés. El último de esos tres es lo que parece un thriller histórico-semita-tardomedieval con bastante buena cara, ambientado en la judería de alguna pequeña ciudad provinciana del norte de España (casi Palencia, pero no). Pormetí que me leía El Crucigrama de Jacob para devolvérselo a mi tío Nacho lo antes posible, pero es que a pesar de lo interesante de la trama, no termino de engranarle la marcha. Ya verás como me dé por caer ahora encima de Cien Años de Soledad o alguno de los tesorillos que hemos hallado recientemente en saldos por ahí...

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