Un día me contaron que una amiga nuestra, de éstas de salir religiosamente todas las tardes a correr cuando no está con la bicicleta abriendo nuevas rutas, acostumbra a recorrer la pista de cooper (qué modernos somos) del parque que frecuenta en sentido contrario a la marcha establecida. Todo para ver y ser vista por los mozos que como ella tonifican y ejercitan regularmente la musculatura del tren inferior.
¿Que por qué cuento esta anécdota? Bien sencillo: Para ilustrar la que creo que va a ser la gota que colme mi paciencia con el primer libro que, oficialmente, voy a abandonar en chococientos años. Bueno, que no lo abandono porque no es mío, que es prestado. Y tampoco le iba a desear a nadie su lectura. Le estoy dando hasta mañana para no darlo por perdido, pero...
Sí, la fuente de la anécdota: Digamos que estás huyendo de un enemigo muy numeroso. Vas por territorio hostil, vamos. ¿Te meterías de cabeza por la principal vía de comunicación de ese territorio? Vale, tal vez para intentar pasar desapercibido, sí. El problema es si viajas en el sentido contrario al 99 por ciento de los usuarios de esa vía. Bueno, pues para los lumbreras que planearon esa fuga durante meses parece que es algo lógico. Como mandar a otros dos enviados con una misión fundamental, pero que cuando a las primeras de cambio se pierde uno de los dos, pues que no ha pasado nada, oiga. Que ya aparecerá. Por no hablar de esos caminantes que de un día para otro, como quien dice, han viajado (a pie, no se piensen) unos 200 y pico kilómetros, puertos de montaña y vados varios de los de aquella época mediante, mientras en paralelo, otros van arrastrándose a razón de 50 kilómetros por semana (tal vez un poco más, ésta reconozco que la he exagerado).
Y ya cuando llegan los inqusidores (ya sabes, tipo Nobody expects the spanish inquisition!) quejándose porque no les hayan hecho meterse dos jornadas de viaje en balde y resulta que el motivo de la convocatoria, por lo que se deduce del dédalo de acciones entrecruzadas, ha pasado la noche anterior, o me he perdido algo o la cosa no está muy diáfana.
En fin, que como decía el otro, parece que los editores apostaron por un título con tirón, una portada vistosa y una sinopsis mejor tramada que la propia novela, así como un poco de interacción con las nuevas tecnologías (me dá una pereza enorme pasar la cámara del móvil por las imágenes que se ofrecen para ver qué misterio se revela en internet). Y el resto, pues para las horas vagas en el parque resolviendo jeroglíficos de Ocón de Oro, porque lo que son los crucigramas... Que los haga Jacob.
Actualizado en enero de 2023:
Cómo serán las cosas... Acabo de enterarme de que este ¿libro? tuvo su adaptación cinematográfica participando como candidata a ¡13! nominaciones en los Goya de 2019... Sí, sí, con candidatura incluida para la propia autora como mejor directora novel.
¿A que tú ni te habías enterado de que este bodrio pudo haber llegado a alguna pantalla?
Pues eso... Cositas del cine español también.
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