domingo, 14 de enero de 2018

Riña de gatos y el inglés que la lio parda en Madrid



"Maldita sea su estampa, en este país no pasa nada
sin que ande por medio ese puñetero inglés". 


Con esa imprecación de uno de los personajes el autor de la novela Riña de gatos. Madrid 1936 resume sin quitarle coña al asunto lo que han sido las 400 páginas anteriores. Llega a quedarse el señor Whitelands otras 24 horas en Madrid y acaba detonando una Guerra Civil él solito.

Resumiendo: Un inglés experto en arte español obsesionado con la vida y obra de Velázquez, gris personaje en viaje de trabajo, acaba inmiscuyéndose a lo tonto en una enrevesada trama donde no faltan personajes históricos. Sin comerlo ni beberlo (bueno, esto un poco más), en menos de una semana se va de copas, putas o interrogatorios con la mitad de los actores principales del período pre-guerracivilista, huye de intrigantes generales, enamora y desvirtúa a aristócratas señoritas, le cargan un fardo de pañales y los servicios secretos de medio mundo andan tras él casi antes de cambiar de tren en Venta de Baños en su periplo entre las orillas del Canal de la Mancha y las callejas de la Villa y Corte. Lo pones a cámara rápida y parece un sketch de Benny Hill con cierto tinte trágico.

Habrá quien se queje porque "aquí viene otra de la Guerra Civil"... Bueno, casi. No llegamos a declarar la guerra abierta (lo dicho, le faltaron 24 horas al inglés), pero a pesar de lo inverosímil de algunos giros Eduardo Mendoza hila una entretenida trama donde fácilmente transporta al lector al Madrid de los años 30, con sus luces y sus sombras, sus dejes, sus vicios y sus virtudes. Retrata a los personajes reales con minuciosa credibilidad, colocándolos en situaciones dramáticas a las que, por su conocimiento a través de los libros de historia, estamos poco acostumbrados. 

Lectura recomendada y recomendable. Para meterse en situación sin mayores alardes. Hay que recordar que es historia ficcionada, no historia.