miércoles, 27 de enero de 2016

Un homenaje a nuestra lengua

Recreación personal de lo que habría sido la expansión del castellano combinado con su renaciente interés.

La lengua materna de casi 400 millones de personas a lo largo y ancho de todo el mundo. El idioma oficial de 22 países. En vertigionosa progresión como segunda opción lingüística en algunas de las mayores potencias del mundo... y todo ello a pesar de un origen podríamos decir bastardo, en un en una rústica región de España que casi ninguno de los 400 millones anteriores sabría ubicar por aproximación en el mapa. Así es el castellano, un ente vivo que evoluciona, crece y se reproduce (de forma controlada, eso sí, desde que Nebrija se hizo inventor), y que vengo a homenajear hoy, porque me da por ahí, rescatando la memoria de uno de los proyectos más prometedores e ilusionantes que me eché a la cara desde que me dio por hacer del lenguaje mi modo de vida. 


Se trata de la página web nuestrocastellano.com, que recoge vocabulario, dichos y costumbres afines a ese ente que nos une, entre otros, a media América y parte de Asia y África, y que cuando fue creada, casi por casualidad, fue merecedora del reconocimiento oficial por la promoción del Español en Internet. Hoy la página vive parada, durmiente si se quiere, esperando que algo o alguien incentive la continuidad de un proyecto que nació sin ambiciones pero con las metas más altas. Enseguida verás por qué:

Escribía esto para la Agencia Ical en noviembre de 2005, bajo el título El acervo cultural castellano ya tiene su hueco en la Red, refiriendo cómo la web nacía oficialmente unos meses antes aunque su riqueza sea muy anterior y por supuesto, mucho menos actual. Se trataba de una iniciativa informática sobre el lenguaje castellano más profundo, que recogía -y aún recoge- el acervo cultural del pueblo, del campo, del corazón de Castilla.

Como reza en la presentación de la página, “no pretendemos que esta web sea la de la Real Academia, sino simplemente una web que recuerde las expresiones y vocablos de gente de la calle; pero de aquella calle de arena y barro, aquellas casas de adobe y aquellos vocablos y dichos de personas que jamás supieron de la existencia de los teléfonos móviles, Internet y la televisión digital”.

No se buscaba una página que compitiera,el objetivo era recoger palabras y dichos que ya casi no existen o están a punto de ‘morir’”

Y así surgió una idea que recoge miles de palabras típicas del vocabulario más castizo castellano y que, como la propia lengua, no deja de recibir nuevas entradas gracias a las aportaciones de los visitantes. Ambrollón, órdiga, tercerilla, espeluzado o francalete, son algunos de los vocablos que pueden encontrarse en el diccionario de ésta página web.

Base de datos
En aquellos Premios Internet 2005 de la Junta de Castilla y León (iniciativa cultural que sumió del mapa en cuanto se tuvo que empezar a recortar presupuesto, digamos innecesario) recibió el segundo galardón en la modalidad Promoción del Español por su originalidad. Y sin embargo, 'nuestrocastellano.com’ no surgió como el fruto de un premio ya que su origen es más ilustrativo.

Óscar Melendre en aquella época,
'perpetrador' de la web. (Foto: Ical)
El informático palentino Óscar Melendre y el abulense Antonio Nieves necesitaban un ejemplo de confección de una base de datos para un curso sobre administración y gestión de páginas web. Fue entonces cuando a Melendre se le ocurrió la idea de "pasar a limpio" un cuaderno en el que su madre, profesora de Lengua en un colegio de la ciudad, había ido recogiendo dichos y términos usados por su abuela. No se buscaba una página que compitiera, el objetivo era recoger palabras y dichos que ya casi no existen o están a punto de ‘morir’”, explicaba Melendre. Detrás de la iniciativa tampoco hay ninguna institución ni academia, aunque la web ya levantó la curiosidad de los internautas que no paraban -entonces- de enviar más y más aportaciones al diccionario y al refraneroSobre todo desde que se dieron a conocer los finalistas del concurso, cuando Melendre no paró de recibir nuevas –es un decir- palabras y dichos, así como imágenes ilustrativas de aperos de labranza y culturas ancestrales ya casi perdidas en el viejo adobe de los pueblos.

En la página web también se puede aprender un poco más sobre la lengua que hablan cerca de 400 millones de personas en todo el mundo. Pero seguro que su valor más importante es el de haber logrado servir de instrumento de preservación de las tradiciones más antiguas de esta tierra y su fusión con el futuro.


Premios
“¿Quieres ser muy conocido? Mete ruido”. El dicho, extraído de entre los muchos que ya alberga ‘nuestrocastellano.com’, parece ‘venir al pelo’ a este informático que era un asistente fijo de los premios de la Junta de Castilla y León. No en vano, aquel año se presentaba en la entrega de premios del Teatro Calderón de Valladolid con otra página, ‘cfpalencia.com’, finalista en la modalidad de Iniciativa. Pero también en 2002, 2003 y 2004 tuvo que asistir a dicha entrega. En 2002 logró un cuarto puesto con la página ‘paredesdenava2003.com’, sobre el cuarto centenario de la muerte de Pedro Berruguete. Se puede decir que este informático palentino ha logrado combinar y ampliar el conocimiento de su tierra a través de la red de la información más accesible para todo el mundo.

Como curiosidad final del reportaje, destacaba un detalle: ‘nuestrocastellano.com’ ocupaba la plaza 1.914.362 en visitas a fecha de 17 de noviembre de 2005. Una pena que mi vaticinio final "a buen seguro seguirá escalando posiciones gracias al interés que despierta la cultura popular castellana", truncó mi fama de adivino bien antes de plantearme iniciarla.

martes, 26 de enero de 2016

Mejor 'perdidos' que olvidados



Imagina que llegas a una sala de espera, un asiento del bus/taxi/metro, una cafetería, un banco del parque, y te encuentras un libro solitario. El primer impulso, claro, sería dejarlo donde está por si el dueño lo ha abandonado temporalmente con la intención de avisar que ese lugar está ocupado. También puedes llevarlo hasta la barra, dejarlo en la recepción, con el conductor... O echarle un vistazo. Entonces imagina más: saborea el gustazo de encontrar asomando entre sus páginas una nota de bienvenida, invitándote a entrar hasta el fondo, hasta la última hoja. Y que una vez leído, sólo tengas que asumir el compromiso de garantizar la continuidad del viaje de ese libro, de hacer que siga perdido, no olvidado.

Puede resumirse así la filosofía del bookcrossing, una iniciativa que surgió a comienzos de siglo, entre experimento social y desafío cultural. Desde entonces, a la sombra de la propuesta primigenia global, se han extendido acciones similares por todo el mundo sin más ambición que hacer que libros abocados a acumular estratos de polvo, entrasen de nuevo en el circuito de la lectura.

Ayer fue la vez del Esqueça Um Livro –olvide un libro- en Brasil. Y por fin participé y, como dice Nadie, ejercí el desapego de un ejemplar de nuestra biblioteca. ¡Con lo que me cuesta a mí eso! Que ayer fuese el día específico no quiere decir que sólo se tenga que hacer una vez al año. Pero sí que habiendo una data específica, nos acordemos que está ahí para ser hecho siempre que se tenga ocasión. En otros países como Venezuela tienen el Adopta un Libro, o la Siembra de Libros que he encontrado en Argentina o Costa Rica, organizada por el Club de Los Libros Perdidos varios días 21 al año. Aunque parezca que la cosa ha perdido un poco de fuelle, a tenor del distanciamiento entre las convocatorias encontradas (como ésta, el día del aniversario de BookCrossing).

En Brasil existen otras propuestas bien interesantes sobre compartir libros a pie de calle, como el Bibliotaxi que comenzó entre los asociados de una de las empresas de transporte público de São Paulo y que ya se ha extendido a otras capitales, o el proyecto Geladeira do Livro en Brasilia, que además de difundir la cultura escrita, fomenta el reciclado y reutilización de este aparatoso electrodoméstico.

Y respecto a la idea que podemos llamar de génesis de todo esto, el Bookcrossing, ahí está, firme desde hace 15 años, creciendo en actividad y propuestas. Merece la pena echar un vistazo al mapa rastreador de libros, siempre con nuevos avisos apareciendo a lo largo y ancho del globo. Es realmente motivador. También saber que España está entre los diez primeros del ránking de bookcrossers (aunque sea con un 1% del total de actividad mundial).

Como digo, ayer hice mi parte y aproveché mi olvido también para iniciar mi perfil de bookcrosser. Confieso que ahora que estoy leyendo el libro entero –y lo que te rondaré morena-, tampoco fue muy difícil desapegarme de un tomo de bolsillo con la primera parte (de un total de siete) de Los Miserables.  Tengo la firme convicción de que a quien le llegue, tras una primera frustración al descubrir que eso era sólo un señuelo, buscará hacerse con las otras seis partes que le faltan. Vamos, que se habrá enganchado -estrategia yonki total-.

¿Alguien más se apunta a quitar el polvo y las telarañas de su biblioteca y devolver a la vida aquellos libros que, confesémoslo, difícilmente volveremos a leer? Recordarlos para después 'perderlos'. Ahí queda ésa.

sábado, 23 de enero de 2016

Trajano, emperador hispano / y otras historias del Imperio romano


Los Asesinos del Emperador, Circo Máximo y La Legión Perdida son los tres títulos con los que Santiago Posteguillo homenajea al que, sin duda, fue el mayor emperador de Roma: Marco Ulpio Trajano.

No pude evitar caer en el tópico y comenzar este artículo con ésa que suena a cantinela escolar de tiempos de la EGB: Trajano, emperador hispano. Pues sí, hoy toca hacer reseña de libro. Más bien de trilogía, aunque la tercera parte todavía está por llegar a las estanterías. Se trata de la obra central, yo creo, de Santiago Posteguillo, autor consagrado al Imperio Romano (aunque no le tiemble el pulso cuando sale del periodo latino) y que, justamente dentro de un mes, cierra su ciclo dedicado a uno de los más grandes prohombres de Occidente. Uno de los más grandes y que sin embargo no es tan recordado como otros con muchos menos méritos, aparte el hecho de haber sido el primer ciudadano romano no nacido en la península itálica en alcanzar lo más alto del escalafón imperial. 

La Trilogía de Trajano -¿por qué siempre tres? ¿Porque suena mejor que tetralogía? ¿Es algún tipo de número literato-filmográfico-cabalístico?-. Lo cierto es que después de transportarnos a la protodecadente sociedad romana, de guiarnos por los bajos fondos -nunca más literalmente- de la Ciudad Eterna, de convertirnos a lo largo de un millar y pico de páginas en turistas de excepción en la capital del mundo y en testigos privilegiados de la impensable victoria sobre pueblos nunca dominados, Posteguillo ahora nos alista como empotrados en la mayor expansión de un imperio nunca conocida hasta entonces. Algo comparable, tanto en dirección como en magnitud, con la gesta de Alejandro Magno. Y si bien es cierto que Trajano no fue tan brillante estratega como el caudillo macedonio o como su admirado Julio César, sí se nos revela a través de esta obra como un personaje sumamente inteligente, capaz de saber usar los talentos ajenos a mayor gloria de su propia obra.

Es decir: Hoy no se recordará tanto al individuo como sí acontece con los otros dos, pero innegablemente a él se debe que buena parte del legado romano haya llegado hasta nuestros días como aportación fundamental a nuestra cultura actual en cuestiones como la política, la arquitectura, las artes... Y como nuestra cultura me refiero a la de naciones a lo largo del globo, desde las orillas del Éufrates o el Mar Negro, hasta este otro lado del Atlántico desde donde escribo, donde se lleva a mayor orgullo lo de ser países latinos. 

Pues precisamente en esa expansión del imperio hasta donde sólo Alejandro había llegado antes desde Europa, Asia, es el escenario en el que se articula la trama de esta nueva entrega, con un título que hace pensar más en versiones cinematográficas localizadas en Britania. Trajano, que ya había triunfado donde sus antecesores se partieron la cara anteriormente (en Jerusalén, según la novela, a través de su padre, y en la Dacia personalmente), ahora quería dar un paso más allá y asentarse en otro territorio tabú, antiguo borrón en el brillante expediente de las legiones romanas: Mesopotamia. 

Como digo Posteguillo, con ese aire de tímido profesor de instituto, pero con una acometida e inteligencia a la altura del personaje que nos presenta, recrea detalladamente las vicisitudes de la civilización del siglo II. Sólo los efectos especiales del equipo de Ridley Scott habían llegado tan cerca de introducir al espectador en los estratos del Imperio, desde los inciensos de los palacios hasta la podredumbre  de las cloacas. Y que conste que cuando digo cerca en realidad me refiero a años luz de distancia, porque creo que sólo estando ahí o leyendo la obra de Posteguillo (incluida la trilogía anterior dedicada a Escipión) se puede uno hacer idea de cómo era aquello, tal es la minuciosidad de detalles que se introducen en nuestra imaginación, realidad -casi- virtual capaz de sugestionar los cinco sentidos.  Y si no, que levante la mano quien, leyendo Los Asesinos del Emperador, no se ha visto empujado a arrugar la nariz durante la incursión de Marcio y sus gladiadores por las arterias de la ciudad. Quien no ha sentido el vértigo provocado por el frenético galopar de los caballos del auriga Céler alrededor de la spina del Circo Máximo. O quien no se haya visto desesperado como Apolodoro ante la titánica encomienda de tender un puente a través del torrente indomable del Danubio.

De acuerdo. Todos los que han levantado la mano tienen un mes para ponerse al día antes del lanzamiento de La Legión Perdida. Después, que vuelvan y me cuenten.


2011
2016
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jueves, 21 de enero de 2016

Cosas de japos. Una librería para un único libro

Librería estilo zen: Zen baldas, zen dependientes, zen -casi- libros...
Imagina aquella situación que todo viciado en bibliotecas y librerías ama: Dejarse perder los pasos entre las estanterías, deslizando cuidadosamente la vista por los títulos de los lomos, parando de vez en cuando para pasar la mano por algún lomo en particular e, incluso, llegar a encajar el dedo índice por encima para tirar del libro hacia afuera, ojear un poco, y dejarlo de nuevo en su sitio antes de continuar un paseo que no es búsqueda, pero que cuando nos hace encontrar algo pensamos: "exactamente por eso estaba yo aquí".

Bueno, pues ahora olvida todo eso antes de que te presente el más novedoso concepto de librería inventado en Japón (dónde si no). A la librería del señor Yoshiyuki Morioka -Morioka San, como nos enseñó a decir el señor Miyagi- no se va a perder el tiempo. El menú está servido de antemano. ¿Por qué? Pues porque la Morioka Shoten sólo vende un libro. No, un libro solo no. Sólo vende un título por semana. Ejemplares, los que salgan. Así que no se te ocurra ir preguntando por lo último de Vargas Llosa o la reedición de las primeras obras de Saramago.

La cosa funciona así: En un espacio mini-minimalista (tipo feng-shui, zen, o algo así), un libro
Morioka San te ve llegar antes incluso de que se
te ocurra pensar en llegar. Foto: Miyuki Kaneko
sobre un pedestal o una simple balda ocupando el centro de la estancia marca ‘la tirada de la semana’. Alrededor, en las paredes blancas, cuadros y obras de arte con una temática común: los libros. El señor Morioka, imagino, o algún empleado, debe observar todo en posición hierática desde detrás de un mostrador parecido a un casillero de estafeta, con aquella cara de póker que no sabes si está contando bolitas del ábaco, repasando las aventuras de Godzilla o concentrándose para evitar soltar un p... (recreación ficticia que no tiene por qué coincidir con la realidad). Y ahí el lector/visitante llega para girar alrededor del libro y, de paso, ver los cuadros. Con suerte se lleva un ejemplar que después, si es un turista de paso por Tokio en busca de experiencias intelectuales, podrá mostrar a sus nietos cuando cuente que él estuvo ahí. Ese libro –con el recibo dentro, para que no queden dudas- será testigo esencial de cuando Fulano sostuvo la mirada a Morioka San durante 20 segundos, dedicándole una sonrisa estúpidamente forzada sin saber si le estaba agradeciendo por el honor de su visita o preguntándole si iba a pagar en dinero o con tarjeta.

El libro de la semana es lanzado con una especie de  acto de presentación, imagino que bien cultureta y sofisticado y hala, siete días por delante para vender el mayor número posible de ejemplares.  Lo que no he visto por ninguna parte es el almacén con el stock de la semana. Ni tampoco referencias sobre qué hacen con el remanente no vendido cuando llega el finde.

Pero bueno, valga la referencia para quien vaya a Tokio y quiera conocer algo aún más diferente.  Para conocer un poco más sobre la Morioka Shoten, en el enlace de aquí al lado hablan sobre la filosofía de márketing de este espacio tan original.

miércoles, 20 de enero de 2016

Genial! Recopilación de músicas dedicadas o inspiradas en Edgar Allan Poe

Retrato de Poe por Rufus Krieger. A la venta en la galería Saatchy Art, por si interesa.
El origen de los auriculares. Retrato de Poe por Rufus Krieger.
A la venta en la galería Saatchy Art, por si interesa.
El blog de LP&M Editores publica hoy un homenaje musical a Edgar Allan Poe. Coincidiendo con el aniversario del nacimiento del autor de misterio y terror más famoso de la literatura mundial, la editorial recupera una lista de canciones de bandas como Beatles, Nightwish, Iron Maiden, Green Day, Arctic Monkeys... Queria yo ver en una lista de estas a grandes iconos como Falete, Camela, Justin Bieber o algún DJ de esos que hacen perrear a las masas...

Más, aquí:
http://goo.gl/NHiegd

lunes, 18 de enero de 2016

De como conocí a Rod Stewart en una librería de Palma de Mallorca


"Are you hearing this fucking noise?" Farfulla esas palabras mientras su barba desaliñada asoma desde detrás de una librería atestada de viejos volúmenes con tapas en inglés. Más o menos así fue como conocí al librero Rod Stewart. Así se me presentó, por lo menos, mostrándome como prueba de identidad no su pasaporte, si no una vieja foto -de cuando aún se pasaba la maquinilla por el mentón- posando junto al famoso cantante en algún rincón del dédalo de fileras de papel encuadernado, madera polvorienta y amarillentas láminas enmarcadas.

Marcáginas de la librería de Rod Stewart en la capital de las Islas Baleares
De los orgullos de Rod: El vídeo
de ahí arriba y este marcapáginas
cuyo gusto Clarita ya probó.
Rod -no me voy a molestar en investigar si realmente se llama así para no perder parte de la magia del momento- es el dueño de una de esas librerías que en estos tiempos de hoy en día diríamos que sólo se ven en las películas. Menos mal que la realidad siempre supera a la ficción. En cuanto al maldito ruidito, lo emite uno de esos aparatitos con sensor de movimiento para avisar de la entrada de visitantes en la tienda. Un uso que se revela inútil, a tenor de los cinco minutos que llevábamos otro guiri y yo dando vueltas por los estrechos corredores formados por libros que van del suelo casi hasta el techo. Después de que le felicite por ese espacio mágico que regenta y tras descubrir que mi inglés ya pasó por mejores tiempos, el librero continúa hablándome en un correcto español alternado con algunos giros británicos. De entrada me disuade de preguntar el valor de una edición de bolsillo en tres tomos de Guerra y Paz fechada en Londres en 1940. "Aquí todos los cabrones vienen preguntando cuánto cuesta eso, cuánto aquello, y si lo vendo por cien sonríen y dicen que ya volverán, y si por diez, que si lo vendo por cinco. Una mierda este trabajo". Así que por si acaso, dejo mi interés por Tolstoi para mejor ocasión. Y ahí seguimos un rato despotricando contra la imposición del descanso de los días festivos en lugares turísticos y contra las costumbres arcanas de España, solidarizado conmigo por mi condición de emigrante. Revisamos la regalia militar más o menos sospechosa allí presente, desde tiempos napoleónicos hasta la Segunda Guerra Mundial y hablamos de literatura inglesa hasta que me percato de que su desdentada sonrisa y mala leche me han ocupado tiempo de más del dominguero paseo familiar, lamentando que ese fuese el atardecer de mi último día en Palma de Mallorca.

El digital contra el papel. Un encuentro generacional

Star Wars o La Princesa Prometida? Íñigo Montoya contra Darth Vader. El kindle contra el libro.
Como ilustrador a lo mejor acabo siendo un buen escritor. No todos los encuentros generacionales
tienen por qué ser un camino de rosas. La coexistencia pacífica es cuestión de paciencia y entendimiento.

Me confieso: Si por mí fuese, el papel no moriría nunca. Como leí recientemente de alguna instabloguera de moda (no, no es que hable de moda, si no de libros, y con una lista de seguidores 'in crescendo' bien abultada, oh envidia), yo también soy de los que a veces temen que la proliferación de material digital acabe con la producción en papel y que las librerías desaparezcan como lo hicieron las tiendas de discos después del advenimiento de los mp3. En Palencia no olvidamos la peculiar transformación en cafetería de Debla y Discocenter -acabo de entrar en el enlace y da pena del pobre Alejandro Sanz, con todo lo que fue y que ahora no dé ni para llenar un bus de fans-, como los dos casos menos traumáticos de la extinción de las tiendas de música. 

Como periodista aún llegué a mamar la profesión manchándome las manos de tinta entre hoja y hoja y, sin embargo, hoy soy consumidor diario de entre tres y cinco periódicos en su edición digital, asistiendo también impotente desde el burladero a la desnutrición crónica que sufren las redacciones. Y me duele, porque veo que los intereses comerciales cada vez están más lejos -y se encargan de alejar al público- de aquella obra de arte del cotidiano de la industria impresa que, digámoslo claro, es más difícil de mantener que una web. 

En fin, luego vuelvo a pensar que son dos cosas engañosamente similares y por lo tanto, diametralmente distintas. El papel encuadernado no puede morir por el mero hecho de que a lo largo de los siglos se ha convertido en soporte duradero de la sabiduría universal, además de en objeto de culto cuyo gesto inicial, separando las dos manos excéntricamente, cada una soportando una tapa y su acompañamiento de páginas, es algo más que un ritual, una ceremonia. Por el contrario, el papel reciclado de uso y desecho diario vive de la inmediatez y, excepto en las hemerotecas de "se ve pero no se toca" -que para eso se inventó el microfilmado en su día- o forrando escaparates de comercios desafortunados, su destino no es precisamente el de prevalecer. 

Pero volviendo al tema, que me vuelvo a perder en historias: Como digo (y no me contradigo), hoy en día toda esa sabiduría está en la red al alcance de todos. Al hilo de la entrada que compartía recientemente, revolviendo en mis hemerotecas, sobre cómo hasta hace bien poco el acceso a incunables y grandes óperas primas estaba vedado sólo a estudiosos, hoy las cosas han cambiado. Y mucho. Y es precisamente el soporte etéreo, intangible, el que nos abre infinitas posibilidades alrededor también del papel.

Digital y papel están condenados a entenderse y coexistir como dos realidades paralelas. Y punto. Sirva para ilustrar esa coexistencia este ejemplo: Quien quiera consultar los clásicos, quien quiera beber de mil fuentes, devorar la historia de la literatura, la filosofía, el teatro, la poesía... ahí la tiene a su disposición casi entera (ver La literatura universal al alcance de todos). Y el que quiera saborear una buena cratera de Homero, degustar en Cervantes la intensidad de un buen queso curado, dejarse acariciar por un Garclilaso... En resumen: tener una experiencia sensorial completa, entonces ahí sí recomiendo desenpolvar la biblioteca.


Imagina la desesperación un día al querer acceder a algún contenido
de tu interés y ya no tener tecnología con la que lograr tu objetivo.
Ya pasó con el vídeo, pero nunca con un libro. Espero.
Para finalizar, permíteme una reflexión: H.G. Wells fue un visionario. Y como tal, sueños y pesadillas pueblan su imaginario. Como visiones de futuro le agradecemos, en La Máquina del Tiempo, la profecía del disco duro que eran aquellos aros giratorios donde, en el futuro, se condesaría todo el conocimiento de la humanidad. Como pesadilla, una escena me sigue impactando más que la de Charlton Heston postrado frente a los restos de la Estatua de la Libertad: aquella en la que Rod Taylor se desespera cuando un tomo de vete tú a saber qué se desintegra entre sus dedos y de un furioso manotazo convierte en polvo una estantería entera. Eso y pensar que en el futuro pueda no haber una tecnología capaz de soportar aquellos aros de conocimiento (o simple corriente eléctrica para hacerla funcionar) da repelús en la espalda. 

miércoles, 13 de enero de 2016

La literatura universal al alcance de todos. En el bolso de todos



Podría sentenciar: Hoy quien no lee es porque no quiere, y quedarme más ancho que largo con el posible juicio de valores que pueda desprenderse de todo esto. Pero voy a intentar ser justo. Ése es un hecho que no tiene por que avergonzar a nadie. Es más, existe una especie de competencia que no podríamos llamar desleal y para la que uno de los pasatiempos más antiguo de la humanidad -criticar al vecino y chutar piedras aparte- está sabiendo adaptarse perfectamente desde los inicios. Contra el aluvión de programación televisiva, videojuegos, mensajes de Whatsapp, actualizaciones de estado en Facebook y vídeos de gatitos en Youtube, ¡el PDF!


Un poco de Historia.
Antes de entrar en materia me gustaría hacer una pequeña introducción. Pero como no quiero ser pesado, el que quiera puede seguir leyendo lo interesante a continuación, y el que tenga un poco más de tiempo, dedicar cinco minutos a ampliar sus conocimientos >>aquí<< con hechos tan ciertos como la invención del cañón de transporte interplanetario. 



Y sí, eso del PDF es una licencia que me tomo por acortar en tres letras todo lo referido a libros digitales, formatos de almacenamiento de texto y otros soportes por el estilo. Entonces, entrando en materia, se puede decir que la evolución del libro nos ha llevado a los días de hoy donde la tele, la tableta y el teléfono, lejos de convertirse en rivales, son -o pueden ser- herramientas aliadas de la lectura. De repente tenemos a nuestra disposición el acervo enterito de las principales bibliotecas del mundo, los grandes clásicos de los autores más relevantes de la humanidad, la prensa internacional de todo el mundo. Y todo ello en un palmo (o un poco más) de espacio.

Otra ventaja intangible es la de las referencias. Eso de poder contar en ese mismo espacio con todos los diccionarios necesarios, enciclopedia y otras fuentes de consulta como mapas y guías de arte, la libreta para sustituir glosas y anotaciones adjuntas... Eso no tiene precio. Y sí, aunque vaya a ser siempre fiel al papel, la poligamia entró fuerte en casa con la llegada el año pasado de nuestro primer Kindle. 


Parafraseando a Marcus Brody, "la pluma es más poderosa que la espada", Neo y Trinity buscan qué leer este finde. Pues así está internet esperando a que lleguemos.
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Los contras

Está claro que todo avance puede venir con su letra pequeña, con su retroceso. Un beneficio como es disponer el patrimonio intelectual para el bien universal, ya sea a cambio de un valor mínimo o incluso sin precio, sí tiene su precio, su perjuicio. En primer lugar, para los autores contemporáneos que ven cómo se globaliza la piratería de su obra. Lo que antes por lo menos costaba horas delante de la fotocopiadora para cada ejempliar fraudulento, ahora puede estar en cuestión de segundos distribuido por todo el mundo. O incluso sin ser pirateado. Con la eterna excusa de llegar fácilmente a más público, el autor se resigna a ceder, a cambio de nada, el fruto de su trabajo. "Quién sabe si eso no será la llave que me abra la puerta de la fama", suele pensar el iluso mientras casi detona su propiedad intelectual.

Para eso existe por lo menos la honrada intención de poner a disposición sólo los libros clásicos cuyos autores ya hayan pasado a la inmortalidad honorífica (o simplemente han muerto hace más de setenta años). Y claro, los libros de todo autor que quiera facilitar su obra. Todo ello para evitar lucros injustificados y realmente poner a disposición de todos esa obra, protegiendo con ello los otros lanzamientos y obras actuales 'de pago' que de verdad merezcan el interés real del públco. Ahora cabe a las editoriales intentar convencer al respetable de que una edición pagada merece más la pena. Incluso en papel. ¿Cómo? Con calidad.

Y es que muchas veces el trabajo altruista de algunos colectivos dedicados a expandir el conocimiento por la red, no cuenta con los medios necesarios para esa divulgación, lo que se traduce en textos con incorrecciones de todos los niveles, una presentación poco vistosa y, en ocasiones, malamente legible. Pero bueno, ahí se puede dar una de pescador en la apertura de la veda. ¿Que la primera captura fue decepcionante? Suéltala, que el río está lleno de peces y alguno de los gordos picará en su lugar.

Algunas bibliotecas virtuales

Pero como no queremos perder la oportunidad de ejercer un servicio público, vaya aquí una propuesta con algunas fuentes con las que llenar el estante de nuestra biblioteca virtual y, claro está, las baldas de nuestro cerebro. Existen docenas, cientos, miles de listas con referencias, nosotros no seremos menos, así que allá van unas cuantas: 

     Dominio Público (español)
     El material bibliográfico con los derechos de autor liberados es casi intangible. Existen algunas webs de tipo solidario y colaborativo que se dedican a recoger ese patrimoniocomo una especie de biblioteca a lo Matrix en la que perderse a voluntad. La representante española es Dominio Público (el nombre ya lo dice todo) y aunque la web parece un eterno producto BETA, sus fondos y colaboraciones son de destacar.

     Domínio Público (portugués)
     Lo mismo, pero de carácter público (sustentado por la web institucional del Gobierno de Brasil), ofrece un importante acervo tanto literario como audiovisual. Muy recomendable para conocer la riquísima cultura brasileña.

     Galaxia Gutemberg 
     Por prestigio, historia y fondos documentales, es la principal estantería de literatura gratis de internet. El buscador es medio malo, y encontrar libros en español casi imposible (algunos clásicos de Bécquer, Alarcón o Pérez Galdós), pero merece mucho la pena perderse por algunos de los ejemplares que ofrece.

     Biblioteca Nacional de España
     Cada país tiene su Biblioteca Nacional con una cada vez mayor disponibilidad  de su extensísimo patrimonio para el público general. Ésas y otras iniciativas tienen hoy su reflejo virtual como la BNE, donde encuentras de todo; ¡de-to-do! para descargar: Mapas, sonidos, fotos, ex-libris, libros interactivos, rarísimas primeras ediciones... Sólo hay que tener paciencia en el dédalo de idas y venias, registros e identificaciones. Y si no te conformas con el soporte digital, por un 'módico precio' te hacen la copia en papel. Merece la pena echar un vistazo.

      En honor a mis vecinos, no puedo dejar por fuera la Biblioteca Nacional de Brasil, que a través de una elegante web abre también las puertas de la centenaria institución, orgullo del país, que fue alimentada en sus orígenes por por el patrimonio de la Biblioteca Real de Portugal, medio olvidada en el puerto de Lisboa y después felizmente reunida en Río de Janeiro cuando la corte lusitana salió por patas rumbo al exilio antes de caer en manos de Napoleón.

     Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
     Con una extensísima colección de clásicos de la literatura en castellano y un acervo de obras hispanoamericanas, catalanas y gallegas digna de mención, es de las más descargadas para Kindle y otros aparatos de lectura.


     Biblioteca Virtual Universal
     Desde Argentina nos llega también este catálogo pensado para la divulgación literaria en rincones menos accesibles, como áreas rurales y de montaña. Ofrece un extenso patrimonio, con destaque para el contenido infantil, juvenil y universitario.

Otras referencias de interés

     *Sin salir de Argentina, merece la pena echar un vistazo a este enlace de nombre tan sugerente como Libros Gratis. En él se ofrece (con un aspecto bien feo, todo hay que decirlo) una importante selección de obras y textos, aunque sea para lectura o consulta on line.

     *El blog Alejandría Digital hace honor a su nombre y ofrece una interesante variedad de libros de dominio público, con especialidad en el contenido filosófico. 

     *Este enlace lleva a una recopilación que me pasaro un día con cinco libros sobre las principales mitologías conocidas: la griega, la celta, la nórdica, la sumeria y la japonesa. Me picó la curiosidad y por si acaso yo ya me los descargué hace tiempo. Ahora ahí están, en mi humilde lista de espera, junto a otros tropecientosmil. Pero ahí están, sin duda. 

     Amazon. Tampoco puedo obviar el mayor servicio de distribución de libros digitales, incluidos también algunos títulos de dominio público, entre cuyos servicios existe una amplia gama de trabajos de autores de esos que esperemos algún día alcancen su objetivo de ver su obra reconocida como merecen.

    *Para más referencias, también en portugués, aquí hay otra relación, realizada por la revista Galileu, de sitios donde podrás descargarte libros sin problremas, aunque alguno de ellos ya lo hayamos visto por aquí encima. 

    *Y su réplica en inglés, aquí

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En fin, que podría no acabar nunca esta enumeración, porque cuanto más busco, más encuentro. Así que para más detalles, si aún no has encontrado lo que buscas, no descartes Google, porque siempre hay material disponible en webs que nunca pensarías que tienen lo que tienen y que, de repente, es justo lo que andabas buscando. Y quien prefiera seguir viendo vídeos de gatitos y fisgar todos los movimientos posturísticos de sus amigos en las redes sociales en vez de leer un libro, unos apuntes o un periódico, pues para eso están los colores. 

Historia apócrifa y un poco canalla de la evolución de la lectura

Una de las primeras crónicas cinegéticas de las que se tiene constancia.
Ni las que narraban en el NODO eran tan explícitas. 
Fuentes desacreditadas señalan que todo debió comenzar, más o menos, como la lectura de los letreros de ascensor o de las etiquetas de champú. Mientras nuestros antepasados intentaban masticar torreznos crudos de mamut, mataban el tiempo descifrando la forma de las nubes o contando las estrias musculares del almuerzo, lo que pudo haber derivado en tiempos de los romanos, y en base a la ciencia ficción de la época, en la lectura de vísceras de bichos como modo de conocer el futuro. La prensa rosa de su tiempo, vamos. Mientras tanto, los que no veían muy clara la lectura carnal se pasaron a las paredes y así fue como la intelectualidad del momento nos dejó bibliotecas como la de Altamira y los autores más vanguardistas y rompedores, incunables como los petroglifos de la Maragatería.

Por la época en que Champollión descubrió la Piedra Rosetta se deduce
que los primeros enciclopedistas ya sabian que su obra acabaría de peso
para colar libros y prensar papeles arrugados.
El caso es que aquellos dibujitos, que de simples no tenían nada, fueron evolucionando hacia conjuntos de símbolos que por si solos puede que no dijeran nada, pero que bien combinados ofrecían cada vez más y más posibilidades. Lo que sí se iba haciendo más fácil era el acceso a esas fuentes de conocimiento con la creación de soportes portátiles. Después de constatar la dificultad de llegar escalando montañas, perdiéndose en praderas o internándose en oscuras cuevas, y viendo que tampoco era muy práctico eso de cargar encima una piedra de 30 toneladas para poder leer las aventuras de la familia Gruaurg durante las vacaciones, inventaron otras formas más llevaderas, como las planchas de arcilla, la piel animal (propia como el tatuaje o ajena como el pergamino) o la corteza de árbol. La superposición de capas de éstas últimas acabó dando el primer libro, que para quedar más protegido fue cubierto con pellejo pero, ahora sí, de otros bichos. 

(Ya acabo, ya). Como siempre, había a quien le interesaba más o menos. Así que para hacer más accesible a todos este pasatiempo que también era arte, un precursor de Henry Ford inventó en alemania la edición en línea de montaje, lo que hizo que menos personas perdieran las horas viendo caracoles escalando la tapia de la huerta, y sí más descubriendo las aventuras del bueno de Alonso Quijano y su amigo Sancho. 


¿Y todo ésto dónde nos lleva? Al PDF. O menos simplificado, al libro digital

lunes, 11 de enero de 2016

Libros más valiosos que los originales

Extraído de mis hemerotecas, reportaje distribuido por la Agencia Ical en octubre de 2005 y publicado, entre otros, por el Diario Palentino. Reforcé el contenido con enlaces a algunos de los documentos referidos, hoy conservados lejos de 'su casa'. 

Las monjitas del monasterio de San Andrés de Arroyo (Palencia), admirando la reproducción del códice de Beato en 1999. (Foto: César Manso)
Las monjitas del monasterio de San Andrés de Arroyo (Palencia), admirando
la reproducción del códice de Beato en 1999. (Foto: César Manso)
Castilla y León ha sido generadora de un patrimonio artístico de incalculable valor fruto de su época de mayor esplendor. Parte de este patrimonio se encuentra en los libros. Unas obras de las que hoy en día apenas quedan muestras en el territorio regional, siendo los más valiosos los primeros en desaparecer. 

Esto es lo que ocurrió con obras maestras como los códices de Beato de Liébana, que durante siglos fueron guardados como tesoros en los conventos para los que fueron copiados. San Pedro de Cardeña y Silos en Burgos y San Andrés de Arroyo en Palencia fueron custodios de estas obras maestras del Medievo, cuyos originales fueron mutilados y desperdigaron por todo el planeta a causa de la codicia, la necesidad y la falta de conocimiento.

Fueron redactados concienzudamente para preservar un mensaje y profusamente decorados para hacerlos más inteligibles y para demostrar el poder de quien los encargaba. Gracias a ellos, parte de la tradición y de la cultura del pasado ha llegado hasta nuestros días. 

Hoy en día sus folios descansan en museos e instituciones de Francia, Estados Unidos o Rusia únicamente visibles al estudio y la contemplación de expertos de más alto nivel. Esta exclusividad fue uno de los motivos que llevó hace quince años a un editor gallego afincado en Barcelona a acercar estas “pinacotecas encuadernadas” al público menos especializado.

Manuel Moleiro se especializó en la minuciosa réplica de estas obras a las que, debido a su trabajo casi artesano y perfección, denomina con toda justicia ‘casi originales’. Gracias a él, hoy en día el llamado ‘Beato de Arroyo’ descansa casi íntegro de nuevo entre los muros del convento palentino.


‘Beato de Arroyo’

El códice del Beato de Liébana que fue realizado en San Pedro de Cardeña para el monasterio de monjas cistercienses de San Andrés de Arroyo, pasa por ser el único de su categoría con más de una tradición pictórica en sus 69 miniaturas, iluminadas con oro y plata, así como lapislázuli, lo que indica el deseo de reproducir un manuscrito rico, posiblemente de donación regia hacia el siglo XIII. Está considerado como el más europeo de todos los Beatos.

La historia dice que fue con la desamortización de Mendizábal cuando el manuscrito abandonó el monasterio por tan solo 18 maravedíes, para no volver hasta el abril de 1999, cuando el propio Moleiro hizo entrega de sendos ‘casi originales’ a la abadesa del convento. La mayor parte del original se conserva en la Bibliothèque Nationale de Francia.

También Silos y el propio monasterio de San Pedro de Cardeña poseyeron dos de estos ‘Beatos’. El primero se conserva hoy en la BritishLibrary de Londres y se trata de la representación más suntuosa y solemne de los códices de los siglos de mayor esplendor. Sus 106 miniaturas enriquecidas con oro, obra de Munio y Petrus (dos de los mejores exponentes de este arte) se completan con unos folios procedentes de un atifonario también silense, entre los cuales se cuenta una visión del infierno, única para el arte románico. 

El ‘Beato de Cardeña’ fue entregado en 1871 al Museo Arqueológico Nacional de Madrid incompleto. Hoy en día, el casi original ha logrado reunir los folios que se custodian en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York y en la Biblioteca Francisco de Zabálburu y Basabe.

Esta es la principal cualidad de la labor realizada por este editor. En declaraciones a Ical, Moleiro aseguró que gracias a los ‘casi originales’, estas obras se han recuperado para su estudio tanto en instituciones y universidades de Castilla y León como en las de todo el mundo, con lo que están al alcance no sólo de los más prestigiosos investigadores. En este sentido, las réplicas superan en valor a los originales.

‘Biblia de San Luis’

La obra maestra del miniaturismo medieval descansa en la Catedral de Toledo. Se trata de la ‘Biblia de San Luis’, un regalo ordenado hacer por la reina palentina Blanca de Castilla para instruir a su hijo, Luis IX de Francia, hacia 1230, para pasar años después a manos de Alfonso X ‘el Sabio’. La réplica y compilación de sus tres volúmenes (más las páginas guardadas en la Pierpont Morgan Library de Nueva York) es, como asegura el propio Moleiro, “la consagración tanto de los ‘casi originales’ como de los originales”.

La realización de los ‘casi originales’, de los que se editan tan solo 987, tiene un doble valor tanto por la réplica (al mínimo detalle, comparando página a página el resultado con el original) como por la posibilidad de poseer “un tesoro imposible”, explica Moleiro, y añade que “hoy en día resulta muy difícil poder admirar de algunos de estos libros algo más que no sean una página derecha y una izquierda en una vitrina”.

En la actualidad (año 2005), alrededor de 31 tesoros de papel y pergamino ‘casi originales’ han servido para recuperar parte de aquel arte del que el antiguo Reino de Castilla fue uno de los principales exponentes.

martes, 5 de enero de 2016

Cuestión de gustos


Vamos a polemizar un poco? Va, que no. Es sólo saber un poco de los lectores (que aún son pocos, pero buenos) que pasan o han pasado por aquí. Son sólo cinco minutos respondiendo a unas pocas preguntas y puede ser divertido. 

Anímate:

lunes, 4 de enero de 2016

Queridos Reyes Magos...




Cuando comencé a pergeñar esta carta, en realidad estaba pensando en hacer una declaración de intenciones lectoras para el incipiente año 2016, ya que el ayudante de Sus Majestades, el señor Noel, con la inestimable colaboración de Naide y las niñas, ya se había dignado agasajarme con algunos de mis deseos más confesables, además de otras sorpresas totalmente inesperadas aunque no por ello menos celebradas. Después fui un poco más allá en mi intencionalidad y, con un marcado espíritu de servicio público inspirado -como siempre, una vez más- por mi señora, repensé la orientación del texto hacia algo más últil a los lectores de mi mundo más cercano (léase todo aquel que acabe deslizando su vista por esta sucesión de letras y signos), con propuestas e indicaciones de libros y librerías, físicas, digitales o figuradas, tanto en español como en portugués

Pero como sobre ese asunto puedo hablar más largo y tendido en base a una sesuda reflexión con la que pueda aportar el mayor y mejor número de datos y sugerencias, vuelvo al plan incial que, por otra parte, puede servir al avezado lector como orientación de cara a futuras lecturas o peticiones reales. Porque a estas a alturas, debo ser de los últimos en cartearme con Sus Majestades. 

Como ya expresé recientemente por estos lares y Sus Majestades ya deben haber observado, de repente me ha dado por la lectura temática. Vamos, que desde los tiempos del Proyecto de Fin de Carrera que no leía tantos libros con algún punto en común entre ellos. Bueno, excepción para 2014, cuando de golpe y porrazo me zampé los cinco tomos de las Crónicas de Hielo y Fuego, de las que luego hablaré un poco más. Para este año me he propuesto un proyecto para el que ya tengo hasta título: De Napoleón a Stalin. La epopeya de la Rusia moderna a través de la literatura¿Y ezo qué eh lo que é? Pues nada más y nada menos que volver a retomar antiguas lecturas, ahora con un eje lógico. Éstas son:


     *Guerra y Paz (e-artnow -ebook-, Colección Integral de León Tolstoi). La obra maestra de Tolstoi (que leí hace ya unos 15 años y que pretendo retomar en cuanto de fin a mi particular serie 'victorhuguiana' que comencé en diciembre con El Jorobado y acabaré cuando sea con Los Miserables), ópera coral -siempre quise usar esa expresión- que narra la Rusia del siglo XIX con un cierto paralelismo también con los Episodios Nacionales. Omnipresente corso (Bonaparte), que tan determinante fue para la historia del Viejo Continente...



     *Vida y Destino (Galaxia Guttemberg). Cambia de siglo, muda el arcaico escenario de la Rusia rural por el idílico-opresivo soviético y a las águilas del ejército invasor cuélgale de las patas una svástica, y te sale la que es considerada como continuación natural del anterior. ¡Las ganas que le tenía a Vasili Grossman desde tiempos del PFC! Resulta que acumulaba tres libros del corresponsal de guerra de Estrella Roja en casa de mis padres y ni me acordaba. Así que para no cargar el equipaje con mucho peso, por ahora sólo me he traído éste.



     *Archipiélago Gulag (Livraria Bertrand). Quién me iba a decir, cuando mi hermano Fernando me encontró una vieja edición del más famoso libro de Alexander Solschenitzin (Soljenitsine, Solzhenitsyn, Солжени́цын... haya apellido complicado) en un mercadillo lisboeta, que aquella mi primera incursión en la lengua de Camões (interrumpida con la sana intención de hacer reverdecer el portugués de un buen amigo que tristemente nunca pudo volver para reintegrar el libro) acabaría siendo el inicio del bilingüismo en mi romance con la literatura. Y mientras no me hago con una nueva edición de Archipiélago, por lo menos puedo volver a matar el gusanillo del realismo penitenciario soviético del que Solzenich... Solschenit... Solje... ¡Alexander! fue una víctima más, releyendo El Primer Círculo (mi ejemplar es un viejuno de Editorial Bruguera, aunque hay otros más modernos como el de Tusquets), que se centra en la situación -a veces casi absurda si no fuese cruelmente triste- del confinamiento de intelectuales y científicos con la excusa de servir de mano de obra cualificadísima y baratérrima del régimen.


Y para cerrar el ciclo ruso (más o menos) me reservo el interesante Em Busca da Utopia Kitsch (Editorial Record) que Naide encontró un día por casualidad en una librería de viejo frente a su trabajo. Se trata de una curiosa crónica viajera donde el periodista Marcelo Abreu recorre el mundo comunista, desde la ex URSS y las repúblicas del Cinturón de Acero a Cuba, pasando por media Asia, a través de la grandilocuente y absurdamente colosal arquitectura y escultura que nos quedó de legado por medio mundo de la época comunista.


Solventada mi epopeya rusa, pretendo meterme de cabeza, por fin, en la Irlandesa. ¡Ganas que tiene uno, sí señor! De esta vez no se me pasa el Ulysses de Joyce. Después un fallido primer asalto (un libro de por sí enrevesado, sólo a mí se me ocurre intentar leérmelo a las primeras de cambio en versión original), fui a encontrar una edición más que asequible y cien por cien confiable (Penguin es de las editoriales internacionales más solventes que conozco).Leopold Bloom, voy a por ti.


Y hablando de epopeyas y series, después de conocer la decepción de George R.R. Martin por no haber podido acabar Vientos de Invierno a tiempo -¿a tiempo de qué? ¿De no sufrir el libro spoiler por parte de los guionistas de la serie? ¿Y qué pasa con la decepción de los millones de frikis que esperaban ese libro como agua de mayo?-, al menos me queda disfrutar, como libro de cabecera, de El Mundo de Hielo y Fuego (LeYaque tan a bien tuvieron Sus Majestades enviarme con tanta antecedencia (viva el Black Friday de verdad).

...

En fin. Por ahora creo que voy a cerrar por aquí esta misiva (al final acabé haciendo lista de fin de año y lista de año nuevo), agradeciendo de antemano, como siempre, su atención y cariño, aprovechando para renovar mi deseo de salud y felicidad para todos los míos, y deseándoles un buen viaje por todo el mundo en su altruista y siempre ilusionante misión.