martes, 26 de marzo de 2019

Librería Iglesias, una histórica que se reinventa ante la descaracterización del comercio tradicional

Lo había leído en la prensa y no podía creerlo. ¡Aquello sí que no! La Calle Mayor está viviendo una meteórica descaracterización de su aspecto tradicional, perdiendo su comercio de toda la vida ¿y ahora le tocaba a la Librería Iglesias? ¡No podía ser! Si ya habíamos sobrevivido a la fiebre del ebook. Si el papel volvía a ser el soporte deseado de los lectores. Si esta librería gozaba -y goza- de una ubicación envidiable. ¡No podía desaparecer!

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A veces había que sacar el género a los soportales.
Foto: @lasruiferpalencia
Vale, menos drama. Que sólo cambia de local.

Lo de siempre. El edificio con su fachada histórica es una propiedad demasiado golosa para que no caiga en manos de algún buitre a quien lo que menos le importe sea el contenido. Si hay que vaciarlo (porque la carcasa está protegida, más que nada) se vacía, se acondiciona a la norma constructiva moderna más funcional y aprovechable, y ya vendrá alguna multinacional o alguna franquicia a pagar lo que nos de la gana por ocupar el nuevo relleno. Qué mas da si cada detalle de ese local, con su escalera en X con dos tramos bifurcados, sus nichos abiertos entre las grandes librerías de madera maciza y sus vitrinas empotradas, sus ventanales translúcidos sobre la puerta para dar un poco de iluminación natural a ese segundo piso donde buscábamos los libros raros, descatalogados o... los de rol. En fin, ese local era a la Librería Iglesias lo que la Librería Iglesias a ese local. Todo uno.

Es más, para mí la pérdida de esta librería se convertía en una cuestión personal porque en ese comercio que lleva el apellido de mi madre, la misma (que para más inri trabajó muchos años en un banco justo enfrente) compró y ha comprado durante décadas libros para regalar a toda la familia y amigos. Estos factores me llegaron a hacer creer en mi infancia si no tendríamos algún parentesco con sus dueñas (perdona, Ángel, pero es que desde pequeño recuerdo esos mostradores atendidos por tu hermana Maribel, tu madre y, si mal no recuerdo, tu abuela también). Pero no.

Una experiencia sensorial


Un rincón que te transporta a la librería antigua.
Al entrar de nuevo hace un mes y pico (sin saber que iba a ser la última) percibí y rememoré los aromas que me transportaron a otros tiempos. Olores muy característicos que no sabría identificar uno a uno, pero que forman un todo con sus matices individuales. Viajé a aquella Librería Iglesias de los años 80 donde, como digo, mi madre compraba libros y que exhalaba hasta hace unas semanas exactamente el mismo aroma a una mezcla de papel, tinta, cuero, madera... El recuerdo fluyó hasta el fuerte olor a goma arábiga y tinta de la Papelería Merino, donde mi padre compraba el material de oficina y sus carpetas, rotrings, lápices especiales, reglas, escuadras, cartabones. La divagación aún llegó hasta el minúsculo local de Multicopy y su aliento (porque siempre acompañaba a la experiencia sensorial un calor pegajoso) a tóner de fotocopiadora con rasgueo de ploter de fondo... Y aún me alcanzó la pituitaria un leve recuerdo al olor de líquidos de revelado de la tienda de Novafoto...

Entré, como digo, y pregunté como otras veces por alguna publicación vieja sobre Palencia. Tipo los Cuadernos de Apuntes Palentinos editados entre los 70 y los 80 por la extinta Caja Palencia, o algo por el estilo. Al ver mi interés por cosas viejas me invitaron a subir a la parte que ya hacía tiempo que habían retirado de la vista del cliente, por si me interesaba por algo de todo lo que fuesen a liquidar entre enciclopedias olvidadas y algún libro descatalogado de tiempos de Carracuca. Tuve suerte. Por primera vez en mi vida compré un libro viejo completamente nuevo: una edición de los 60 del Diario de Ana Frank encuadernada en cuero verde con dorados, aún protegida por una especie de funda de plástico. Pagué una mínima cantidad por el libro y dos cuadernos, y cuando ya atravesaba la puerta, arrastrando los pies para no terminar de perder el contacto con aquel cálido interior, me volví repentinamente sobre mis pasos y me decidí a hacer justicia a la memoria de la Iglesias de toda la vida y a la que heredaría su legado. Me presenté y de ahí surgió la entrevista que viene a continuación.



En fin. Como digo, todo se ha quedado en un susto porque Iglesias sigue adelante. Alejemos los fantasmas de casos que me recordaron a éste y que siga por muchos y muchos años la Librería Iglesias de la calle Mayor de Palencia.

La nueva librería 'conserva' la fachada de la antigua como recuerdo de aquellos tiempos.

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domingo, 24 de marzo de 2019

Palencia 1387: Ellas sí fueron mujeres de armas tomar

Orgullosa palentina, por Ilustre Palencia.
No había sitio en lo alto de La Tapia para tanta defensora. Las insuficientes fortificaciones de la ciudad estaban erizadas de horcas, guadañas, viejos venablos acostumbrados a hendir la dura piel del jabalí, hachas con el olor a savia de encinas del Monte aún impregnado y espadas que ya estaban demasiado herrumbrosas como para haber participado dos años antes en la invasión de Portugal. Enfrente tenían a un sorprendido inglés que esperaba añadir fácilmente un topónimo de peso a su aún exigua lista de méritos bélicos. Porque la cosa funcionaba así: uno era importante en la medida de la importancia de su casamiento y de sus hechos de armas. Y el duque de Lancaster cumplía con creces el primer punto. Solo le faltaba equilibrar el segundo para legitimar sus aspiraciones dinásticas sobre una de las coronas más importantes de la Cristiandad.

No contaba con que un grupo de mujeres, viudas buena parte de ellas precisamente por culpa de los supuestos derechos sucesorios y los caprichos de cuatro privilegiados en el juego de la política matrimonial, se interprondría en su camino hacia la gloria del trono de Castilla. A ellas no les iba a cambiar mucho la vida si el rey se llamaba Juan, João o John. Pero tal vez sí empeoraría más si cabe su situación si dejaban entrar a aquella hueste que acampaba al norte, junto al río, por aquello de acabar siendo botín de guerra para una horda de invasores sedientos de gloria... y otras ganancias menos honrosas. Así que tocaba vender cara la piel, como enseñaban el señor cura y el licenciado de turno, o aquel juglar que contaba historias de tiempos pasados, sobre pueblos hispanos que no se habían dejado conquistar por herejes muy anteriores a los moros que hoy esclavizaban cristianas al otro lado del Duero.

Una primera inspección del recinto confirmaba los informes acerca de la debilidad de las murallas. Si es que en algunos puntos podían llamarse murallas. El mismo señor de la ciudad, años antes, había condenado a sus convecinos a no poder defenderse adecuadamente en caso de ataque o revuelta. Todo por un conflicto de intereses con el Concejo que había acabado derivando en un ataque al mismísimo alcázar, que sufrió las consecuencias en su propia estructura. El señor obispo, a la sazón señor de Palencia en lo espiritual y en lo terrenal, castigó la afrenta popular prohibiendo la reforma y refuerzo de la muralla. Y ahora precisamente a ella se encomendaba su sucesor ante la presencia de quienes querían arrebatarle el poder que Dios y el rey le daban sobre aquellas tierras y aquellas gentes.

Poco tardó en correrse la voz sobre lo que había pasado en Benavente cuando los soldados del de Lancaster no pudieron sacar todo el fruto deseado del asedio a aquella ciudad bien protegida. Así que nada iba a impedir que pagara sus frustraciones la frágil Palencia, que pese a su importancia, por no tener no tenía ni hombres para protegerla, entre los que murieron en Aljubarrota al servicio del rey y los que aún andaban alistados en las correrías reales para acalmar el territorio. Tocaba tomar medidas e impedir que los invasores se acomodaran a orillas del Carrión. Así que cuando estos aún levantaban las tiendas del cerco un poco más acá del puente del camino a Grijota, las defensoras salieron por las puertas de Monzón y de los Pastores en busca de un enemigo que nunca hubiese esperado tener que salir en desbandada como lo hizo aquella mañana.

Rapidamente volvieron las palentinas a sus posiciones en el interior, reforzando su presencia entre los sectores de la Cerca Nueva al norte y por el levante, que no ofrecían tantas garantías de soportar el ataque como las viejas murallas romanas que se asomaban al río por poniente. De nada sirvieron las amenazadoras intenciones de un ejército bien pertrechado para doblegar el ánimo de las palentinas que, sin saberlo ni pretenderlo, acabaron beneficiando la campaña de su monarca que pudo regresar de las extremaduras para retomar el control del reino, poniendo en fuga definitivamente al ejército invasor.

Tan loable acción bélica de quien poco más se espera que, apenas, criar a sus hijos, cuidar de sus casas y soportar a sus familias, les supuso a las mujeres palentinas obtener todas las honras de que el rey se sirve para destacar a sus más valerosos caballeros. Si bien el premio más valioso que la banda dorada que desde entonces sólo ellas tienen el derecho a lucir, de madres a hijas, fue volver a ver a sus hijos y maridos supervivientes de una dura campaña. Y aún poder recibir, ahora amistosamente, al duque de Lancaster para casar y coronar a su hija Catalina como princesa de Asturias de la mano del futuro Enrique III de Castilla.
(Con informaciones sacadas del libro Palencia. La ciudad de la
Edad Media y su tránsito a la Modernidad, de Margarita Ausín)

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jueves, 21 de marzo de 2019

30 años después, el deseado regreso de Bernardo Atxaga a la tierra donde se gestó Obabakoak, Premio Nacional de Narrativa 1989

Bernardo Atxaga volverá a reencontrarse con Villamediana 30 años después de que se recluyese en el pueblo palentino para escribir su galardonada novela Obabakoak. El escritor guipuzcoáno participó el lunes por la noche en un programa especial del espacio radiofónico Viva Palencia Viva. El programa, que cuenta con una sección literaria inspirada en El Estante Combado, fue dedicado a las tres décadas pasadas desde que Atxaga se alzase con el Premio Nacional de Narrativa por esta novela, hecha a base de historias sobre una comarca ficticia inspirada en el territorio donde éste nació y se crio, en el País Vasco. Entre dichas historias se intercala un capítulo titulado Nueve palabras en honor del pueblo de Villamediana, donde narra las peripecias vividas durante su estancia.

De izquierda a derecha, el guardabosques Daniel Masa, la alcaldesa Susana Moreno,
Ignacio Muñoz y Encarna Gaitero, durante su participación en el programa Viva Palencia Viva.
La idea, confirmada durante el mismo programa por la alcaldesa de la localidad, Susana Moreno, es que Atxaga participe en un evento conmemorativo que aún se está discutiendo en el seno de la corporación municipal. Dada la repercusión que provocó para la localidad su aparición en las páginas del libro del autor vasco, Atxaga ya participó como pregonero de las fiestas del pueblo hace una década. "Ésa fue la primera y última vez que lo hice", señaló el autor a los micrófonos de AcupRadio, aduciendo su disconformidad con que un escritor participe en tales acontecimientos cuando le fue ofrecido, incluso, participar en la inuguración de las fiestas de Bilbao.

Una primera opción es que el homenaje de Villamediana a Bernardo Atxaga y su obra se celebre coincidiendo de nuevo con la semana de fiestas patronales, en agosto, si bien la propuesta aún se encuentra en proceso de consultas con los miembros de la Corporación municipal.

Daniel muestra una foto con su amigo
Atxaga cuando vino a pregonar las fiestas.

Participación sorpresa


Los periodistas Naide Nóbrega y JuanPa Ausín, copresentadores de Viva Palencia Viva, dirigían una interesante charla sobre el libro con algunos de los vecinos del pueblo presentes en el estudio, cuando Atxaga intervino por sorpresa por vía telefónica. Fue un momento cargado de emoción ya que algunos de los invitados tiene un papel protagonista en el capítulo que el autor dedica en Obabakoak a esta localidad.
una

Bernardo Atxaga se mostró encantado de reencontrarse con quienes fueran sus vecinos durante el período de reclusión voluntaria que vivió en uno de los caserones de Villamediana. Especialmente emotivo fue el momento de volver a hablar con Daniel Masa, el que fuera guardabosques local y mejor amigo del escritor en aquel tiempo. El autor guipuzcoáno se ofreció a volver a una Villamediana a la que se confiesa muy unido pese a los años pasados pasados,  y repasó con los asistentes al programa algunas de las anécdotas más significativas de la obra.

sábado, 9 de marzo de 2019

Cómo una mala labor editorial casi me estraga la lectura de una excelente novela negra


Que una mala gestión editorial no te agüe un buen libro, ya lo he dicho varias veces por aquí. Puedes tener a un auténtico maestro de la literatura entre manos, que si la editorial no hace bien su trabajo te puede fastidiar a ti la lectura y, principalmente, al autor su reputación. Bueno, si es un autor consolidado, tal vez menos. Me pasó con Rudyard Kipling y su incansable búsqueda de escopetas mal traducidas en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial (un fallo editorial que no revisó y confirmó la exactitud de la traducción). También hay otras que se empeñan en hacerlo mal a posta, como aquella otra que quiso feminizar los clásicos de la literatura comenzando por el relato del Principito.

Esta introducción me sirve para presentaros -atentos que el nombre viene del tirón y sin curvas- El caso del asesino del fotograma y la chica del tatuaje en la muñeca, escrito por Javi García García y Rodrigo Antonio Reglero Peña, un excelente ejemplar de novela negra policial que a primera vista tiene una pizca de Stieg Larsson con una ambientación que recuerda la película Seven. Pero no, ni eso es Nueva York ni el homenaje cinematográfico se queda en el cine de los 90. Hablando sobre la ambientación, nos encontramos con una fiel recreación de los bajos fondos del Madrid de 1980-81 (qué cabrones los autores, lo bien que han sabido recrearlo aún cuando en esa época no pasaban de meros embriones), el Retiro y los escenarios habituales para dos oscuros policías con más sombras en sus propios subconscientes que en los rincones por donde van persiguiendo a un escurridizo asesino en serie.

La Movida Madrileña combina con drogas, alcohol, y taras mentales provocadas por traumas psicológico-familiares... Ingredientes que no faltan en un cuidado trabajo de documentación y redacción, donde los guiños al mundo del teatro y del cine clásicos (con lo que en cada caso implica ese apellido) enriquecen una trama muy bien cuidada. Una pena los gazapos que insisten en saltar entre página y página para despistar la atención del lector... Ojalá que consigan erradicar esa plaga en próximas ediciones.

Sobre la editorial, Punto Rojo Libros, aviso para navegantes que estáis pensando haceros a la mar de la autopublicación y encomendarles vuestro trabajo porque, por lo que tengo entendido, no son muy fieles cumplidores de sus compromisos contractuales. Por no hablar de esa revisión del producto final más que decepcionante y que, como hemos podido comprobar con El Caso del asesino del fotograma y la chica del tatuaje en la muñeca, puede perjudicar seriamente a un buen libro.

No podíamos perdernos la presentación de este libro, acompañando a Javi y Rodri
en el White Horse de Laguna de Duero el pasado 22 de febrero.

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martes, 5 de marzo de 2019

Cambiando impresiones con el autor de tu última lectura... ¡y todos tan amigos! (creo)


No todos los días tienes a tu disposición al escritor del último libro que acabas de leerte para hablar sobre su obra. Igual que no siempre el autor tiene la oportunidad de ser entrevistado sinceramente por alguien que de verdad ha leído su libro. El caso es que gracias a nuestra sección en el espacio radiofónico Viva Palencia Viva (el audio aquí al lado) hemos tenido esa oportunidad -el autor y yo- y personalmente, creo que ha sido una experiencia realmente constructiva.

Os pongo en antecedentes: Por si aún no lo sabéis El Estante Combado tiene su propio espacio en el programa Viva Palencia Viva de Acup Radio (no dejes de pinchar en los enlaces que estoy poniendo). La cosa va de hablar de libros, de autores y de librerías... pero con foco en Palencia, claro. Y en el último programa vino a hablar con nosotros Jesús Vilamuza Merinero, autor nobel que se presenta con Hijo de Enoc. Acababa de leérmelo y tenía ganas de entrevistarlo para confirmar algunos puntos de un libro que, para ser sinceros, no me ha gustado mucho -apaguen las alarmas y no se altere nadie que sobre esto también hablamos.

La entrevista fluyó fácilmente por unos cauces muy sinceros y agradables, y, sin pecar de inmodestia, me confirmó que había acertado en casi todas -si no en todas- las conclusiones a las que me había llevado la lectura. El libro es un brote. Bajo mi punto de vista, le falta madurez pero le sobra energía. Me pareció la estructuración más o menos acertada de una serie de descargas literarias adolescentes. El autor tampoco lo esconde cuando en el libro, su personaje de vez en cuando dice que se va a escribir en los momentos en los que se ralla o se siente inspirado. Es una obra sumamente autobiográfica.

No estoy dogmatizando, estoy dando mi punto de vista, mi opinión. Y así mismo se lo hice saber ya fuera de los micros a Jesús cuando me preguntó, entusiasmado, si me había gustado el libro. A veces soy un poco brusco y, por la cara de susto que se le quedó -a él y a Naide, que aun conociéndome todo lo que me conoce, todavía le pillan con el pie cambiado mis salidas frontales-, ésta fue una de esas veces. Luego ya expliqué con perspectiva mi respuesta inicial: No me considero público para esa obra, igual que tampoco me doy a las lecturas filosóficas o a las excesivamente sentimentales, por ejemplo. Hay autores que levantan pasiones en ambos sentidos, y libros con públicos muy definidos. Ahora, una cosa que quede clara: Pienso leerme el próximo libro de este chaval porque, como he dicho antes, Hijo de Enoc es un brote y creo que hay mucho potencial tras la madurez que aporta esta primera aventura editorial.



Tampoco voy a ir de cojonudo pero, sinceramente, creo que una opìnión franca -tal vez menos brusca, si eso- como la que le espeté a Jesús Villamuza puede ayudar más que mil palmeros alabándole. Jesús es un tipo disciplinado, reflexivo y, principalmente, resolutivo, y sé que él mismo, en cuanto su libro estaba aún pasando por las rotativas, ya ha alcanzado un nivel literario muy por encima del que tenía cuando acabó de escribirlo.

En fin, que no quiero darle más vueltas al asunto. Aquí os dejo mi breve análisis -sin revelaciones o mal llamados spoilers- del libro. Juzgadlo vosotros mismos: A lo largo de la historia se aprecia una especie de evolución, de maduración estilística, desde un tipo de existencialismo adolescente con muchas dosis de autoexamen y descarga mental, pasando por una novela negra con tintes satánicos y llegando a un desenlace de ciencia ficción entre revolucionario y casi apocalíptico.

¿Os ha gustado? Pues creedme que lo que viene a partir de ahora os va a encantar.