martes, 28 de marzo de 2017

Una elegía apócrifa al Poeta del Pueblo


"...En la cuna del hambre mi niño estaba.
Con sangre de cebolla se amamantaba..."
(Kikelin Caricaturas)
En mi juventud más exaltada -ese rayo vital que no cesa aunque con los años se aquieta- me dejaba empujar por los vientos del pueblo, idealizando mi tierra con fervor patriota. Fueron años de inspiración rapsoda en los que el Poeta del Pueblo, junto a Machado, Lorca o Espronceda, invadió por derechos parte de la parcela hasta entonces sembrada por Bécquer sin competencia.

Ya algunos años antes El Chivo, en sus clases de Lengua y Literatura de 5° de EGB, nos había tocado el corazón con su estentórea declamación del Niño Yuntero. Y cuando me hice padre me convertí en prisionero de mis sentimientos, emocionado cada vez que imaginaba las lágrimas del reo al pensar en la leche con dis-gusto de cebolla, ordeñada por un hijo que duró en la tierra lo justo para reencontrar a su padre en el cielo O donde fuera.

A Miguel Hernández, a pocos pasos de ésta que también fue su cárcel, dedico hoy mi agradecimiento por su fulgurante carrera y ese gran legado que tanto nos enseña del corazón humano.

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