sábado, 8 de junio de 2019

Antigüedad: Cuna de pilotos de guerra


César y Augusto Martín Campo lucharon en los cielos de España, abriendo los caminos del aire a sus paisanos de la localidad palentina. Casi 70 años después, uno de sus 'descendientes' recogió en un libro los hechos de estos dos hermanos.

(texto elaborado para la agencia ICAL en enero de 2006)
Algo tiene Antigüedad, un pequeño pueblo del Cerrato palentino de no más de 400 habitantes censados a fecha de hoy. Y es que de esta localidad han surgido tradicionalmente pilotos y miembros del Ejército del Aire desde que este cuerpo se encontraba aún en pañales en España. A esta época pertenecen los hermanos Martín Campo, César y Augusto, que a finales de los años 20 descubrieron el mundo de la aviación de forma casi paralela.

Y ha tenido que ser otro antigüedeño ligado al Ejército del Aire, el teniente coronel y piloto Jorge Clavero, quien recogiera las peripecias de sus dos antecesores fallecidos durante la Guerra Civil, cada uno sirviendo a un bando. En un estilo casi novelado, pero basado en datos reales, experiencias y anécdotas de quienes vivieron aquella época y conocieron a los dos pilotos, Clavero ha creado un interesante libro, testimonio de una época ya lejana.

César Martín Campo, el mayor de los dos hermanos, accedió al incipiente arma aérea a través del Ejército de Tierra, donde llegó al grado de teniente de Caballería. Experimentado jinete de competición (lo atestiguan sus premios y menciones), tuvo su primer contacto con la aviación a través de su hermano Augusto.

El segundo de los Martín Campo, Augusto, fue en realidad el verdadero pionero e inductor, ya que a través de él fue como su hermano tomó conocimiento de la aviación. Augusto dejó los estudios para ingresar en el Ejército en la escala básica de Caballería, buscando estar a las órdenes de su hermano. En un permiso en Madrid, el soldado Martín Campo entabla amistad con quien acabaría siendo jefe de la aviación republicana, Andrés García Lacalle, y juntos ingresan en una academia de aviación civil.

Piloto civil. 

Corrían los últimos años 20, y los aviones con que contaba España en su parque aéreo tanto militar como civil, no pasaban aún de ingenios de tela, madera y metal. En el Aeroclub de Alcalá, Augusto realizó ‘la suelta’ en un viejo Avro 504 de entrenamiento y reconocimiento aéreo en febrero del 28. 

Su hermano mayor no realizaría el cambio de montura (a los 80 caballos de potencia del motor Gnome montado por los Avro) hasta el año 30, cuando ingresa en el curso de Oficiales Aviadores impartido en Cuatro Vientos por el capitán Mariano Barberán (quien alcanzaría la gloria a bordo del Breguet XIX ‘Cuatro Vientos’al atravesar en el 33 el Atlántico de este a oeste –España-Cuba-, en la mayor distancia aérea cubierta hasta el momento sobre el mar).

Antes de lograr César el título de piloto militar (tenía que pasar por el curso de observador y mecánico), su hermano ya había logrado convertir sus ‘alas’ civiles en militares, accediendo en el 32 al título de ametrallador bombardero. Ya con el grado de sargento, Augusto pasaría a la base de Los Alcázares de Cartagena como instructor de ataque a tierra.

Sobrevolando Antigüedad 

El 29 de mayo de 2005, cinco aparatos de entrenamiento de la Patrulla 41 con base en Matacán (Salamanca) y otros tres cazas del Ala 15 de Zaragoza ofrecieron un espectáculo aéreo sobre el cielo de la localidad palentina. Formaba parte del homenaje a los dos hermanos Martín Campo. No obstante, no era la primera vez que los aparatos voladores revolucionaban la apacible vida cerrateña.

En uno de los capítulos del libro, el teniente coronel Clavero relata el primer episodio aéreo de Antigüedad, ocurrido el 24 de febrero de 1934 cuando estaba anunciado el aterrizaje del teniente César Martín Campo. A bordo de un Breguet XIX del Grupo 11 de caza con base de Getafe, César se desvió unas horas de un viaje de servicio a Burgos para estar con su familia. Los más mayores del pueblo aún recuerdan cómo tomó tierra y más tarde despegó el avión con ayuda de los vecinos en la era de Valdeostillo.

Y en esta situación llegó la Guerra Civil. El 17 de julio de 1936, Augusto servía en la base de Los Alcázares y César en la de Getafe, mientras que su madre y sus tres hermanos pequeños se habían trasladado a vivir a Madrid. Todos ellos se hallaban en el lado fiel al gobierno republicano. 

Su forma de pensar y vivir no compatibilizaba con el tipo de régimen existente, por lo que los dos pilotos, junto a otros dos compañeros de César planearon la deserción. Hasta el siete de agosto, tanto el César Martín y sus compañeros del frente de Madrid como su hermano en acciones sobre el Mediterráneo cumplieron con su obligación como militares. Ese era el día planeado para coordinar el plan de huida, los de Getafe hacia Burgos y el de Murcia a Sevilla.

Amenazado

Un cambio temporal de destino de Augusto impidió que llegara el mensaje cifrado de su hermano, que sí logró llegar a las líneas nacionales. Por la deserción de su hermano, Augusto fue encarcelado y puesto en libertad, pero amenazado por las autoridades republicanas con la vida de su familia civil en Madrid si seguía los pasos de César.

El mayor de los hermanos sufrió las sospechas de espía en el bando nacional por la tardanza en su cambio, pero finalmente fue asignado a una escuadrilla de caza, sobre el mismo avión Nieuport 52 con el que se fugó (pertinentemente repintado ya con las escarapelas negras y las aspas de San Andrés en el timón de cola, emblemas de la aviación sublevada). Posteriormente, con la llegada de material y personal alemán, César Martín Campo entra a formar parte de ‘La Cadena’, el cuerpo de bombardeo desarrollado en la guerra española consistente en un ataque continuado a tierra como si los aviones formaran eslabones. 

Augusto había conseguido disipar la amenaza sobre su cabeza y la de su madre y hermanos a base de sobreesfuerzo en el campo de batalla. Cuando fue destinado a los nuevos Polikarpov RZ ‘Natacha’ soviéticos aún tuvo problemas como hermano de un enemigo, pero sin mayor problema hasta el mes de junio del 37, en que fue envuelto injustamente en un caso de deserción. Dos de los implicados fueron sentenciados a pena de muerte, mientras que al ya teniente Augusto Martín Campo lo condenaban a 30 años de prisión y trabajos forzados.

El fin

Encerrado en la prisión de Montjuich, Barcelona, lo último que se supo del teniente Martín Campo fue su baja definitiva en la aviación republicana el 7 de agosto de ese mismo año. Su vida, a partir de ahí, desaparece del mapa, borrada tanto física como legalmente por el derrotado ‘ejército rojo’.

Por su parte, el capitán César Martín Campo, jefe de 2ª la escuadrilla, cayó en acto de servicio apenas una semana después en el frente de Cantabria cuando, tras una misión de apoyo a los Tercios de Navarra, su avión sufría un aparatoso y mortal accidente sobre Reinosa.

Ellos fueron los iniciadores de una paradójica tradición aeronáutica y militar. Otros tres pilotos al menos, ha dado Antigüedad al Ejército del Aire en los últimos cincuenta años. Para Jorge Clavero, uno de ellos, el motivo de esta curiosa tradición es desconocido. “habría que preguntárselo a César y Augusto que fueron los pioneros”, contesta cuando le preguntan. En cambio para Carmen Julita Martín, sobrina de los Martín Campo, el secreto está en la propia tierra y en la amplitud de espacios; “en las noches de verano en las que casi puedes tocar las estrellas”.

Lo cierto es que en el futuro, Antigüedad seguirá siendo una cantera de pilotos gracias a precursores como estos.

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*Aquí puedes escuchar la conversación que, trece años después, mantuvimos con el ahora general Clavero sobre esa curiosa tradición aeronáutica antigüedeña.

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