miércoles, 14 de diciembre de 2022

Una historia de periodistas y dibujantes

 Hace veintitantos años entré por primera vez -como futuro periodista- en la redacción del Diario Palentino. Era un becario con muchas ganas de aprender. Inicialmente aprender a escribir e informar como lo hace un buen periodista. Luego fui un poco más allá y me propuse aprender a fotografiar bien. Además descubrí la maquetación y la edición digital y hale, más cosas que aprender. No sé hasta qué punto era consciente de mis limitaciones pero bienvenido fuese lo que pudiese absorber en mis ratos libres asomando por detrás de la chepa de los compañeros de Fotografía y de Edición mientras ellos se volcaban sobre las pantallas de sus ordenadores.

Uno de aquellos era Félix Ruiz, que en aquel cuartucho donde compartía con Alberto Olano lo más puntero de la tecnología del periódico (El Pitufo, un iMac de segunda mano venido de la redacción de Burgos), daba ese toque infográfico 'de autor' a un periódico que aún luchaba por sobrevivir a las crisis post-absorción y pre-regulación de empleo, y a la clonificación con otros periódicos del mismo grupo. Un tipo majete, de conversación interesante y divertida, pero sobre todo trabajador meticuloso y serio, persona tímida a quien no le costaba compartir sus ratos pero a la que se le veía pedir a gritos -sin decir ni una palabra- que le dejasen concentrarse en paz para hacer su trabajo perfecto.

Recuerdo habérmelo encontrado una vez en la Biblioteca Pública -los más jóvenes no podrán ni visualizar lo que estoy contando ahora- enterrado en libros y tratados de anatomía, estudiando la forma de los huesos y músculos de la pierna para crear con la mayor exactitud posible una información gráfica que ilustrara el texto que otro redactor estaba preparando sobre el físico especial de cierta ilustre atleta, y cómo esa cualidad innata beneficiaba y perjudicaba en cada medida a su carrera deportiva. Sospecho que no era capaz de mandarme a paseo por haberle interrumpido cuando fui a saludarlo y darle conversación en lo que bajaba a fumarme un cigarro entre lectura y estudio de apuntes -exámenes a la vista-, así que lo dejé estar y me fui a lo mío pensando lo mucho que me gustaría trabajar con él, que algún día un texto mío pudiese llevar una infografía, un gráfico, un dibujo o un garabato suyo al lado... ¡Y lo conseguí!

No fue un artículo de esos con los que sueñas ganar el Pulitzer -o lo que sea-, pero cuando me propusieron escribir algo sobre el squash, un deporte de moda aún pero con muy poca infraestructura para la cantidad de practicantes en la ciudad busqué una excusa para ir a pedirle a Félix su arte: crear una infografía con las medidas de la pista, la raqueta, la bola... lo que fuese.

El caso es que no mucho después dejó el periódico (estaba tardando) y se 'autonomizó' para poder trabajar en la distancia y dedicarse a lo que más le gusta: dibujar. Ahí me entraron ganas de volver a trabajar con él, de escribir sobre él, ¡una gloria local que creaba viñetas nada menos que para Marvel! Pero no se dio la ocasión y me consolé leyendo las entrevistas y reportajes de los otros, como el que le dedicó una vez Aida, cuando aún era redactora del Diario pero también dejaba claro que lo suyo iba mucho más allá.

Y por fin llegó mi momento: Acabábamos de crear Naide y yo un programa de radio llamado Viva Palencia Viva y yo tenía claro que Felisuco tenía que estar sí o sí, entre nuestros primeros invitados. Por fin me iba a desquitar. Tras la charla -micrófonos de por medio- retomamos y mantuvimos el contacto perdido años atrás. De vez en cuando le incordiaba preguntándole por sus proyectos -había uno que me llamaba la atención sobre Yuri Gagarin...- o él me contaba sobre cierto otro que tiene en mente con escenarios sudamericanos. Hasta que unos meses atrás, en septiembre estando de bodorrio familiar en Lisboa, me llama. "En cuanto vuelva a Palencia hablamos, cómo no". ¡Qué intriga! Tanta que aún tardé un par de días en llamarle y por fin quedamos, inmediatamente, a ver qué me tenía que contar.

"¿Te acuerdas de ese cómic de Gagarin que hice para una editorial francesa? Bueno, pues en junio por fin lo publicamos y ahora queremos hacerlo en español". No será porque no se lo dije veces, que aunque fuese me lo leía en la lengua de Dumas, pero que yo quería ese álbum... Bueno, pues no me iba a hacer falta el diccionario. Y es más, la buena noticia venía acompañada de una mejor: querían que hiciese parte del equipo para divulgar el proyecto de mecenazgo que iba a ponerse en marcha para ver si salía adelante o no esta edición. ¿Será que me interesaba?

El resto de la historia más o menos ya la sabéis. El libro va a salir, que es lo importante, aunque para mí lo que queda es haber podido incordiar un poco a este artista pidiéndole viñetas para poder darles forma de publicación de red social y acompañarlas de textos míos. En términos culinarios podría decir que he hecho una tortilla -espero que buena- con patatas gourmet, sal del Himalaya y huevos de Fabergé. Y de paso, me lleno de orgullo y de satisfacción por haber podido aportar mi granito de arena. ¡Cómo no estar agradecido!

Ya veréis, ya, si el cómic mola o no. Y ojo, que lo que venga detrás va a ser la bomba. Y como diría Mayra Gómez Kemp, hasta aquí puedo leer.

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