miércoles, 8 de mayo de 2024

Bajo tierra seca y los crímenes de Gellida


Que César Pérez Gellida se ha convertido en un referente por excelencia de la novela negra española contemporánea creo que ya nadie lo pone en duda ni se le pasa por la cabeza discutirlo (y si se le pasa, las reclamaciones allá abajo, que aquí se lee y se responde todo). Recién pasada la última página de Bajo tierra Seca, su última novela, y una charla mediante con el propio Gellida esta semana, me pongo un poco más al día con un autor al que le debía ésta. Me explico:

Es casi paisano (que de Palencia a Pucela no hay nada, y menos cuando hay voluntad de estar y querer/admirar una u otra ciudad indistintamente), lo que ya le daba motivos para llamar mi atención literaria desde temprano. Infelizmente, por cronología, Gellida se lanzó al ruedo cuando yo andaba un poco lejos de aquí, en Brasil nada menos, enfrascado en la vida de empresario y padre de retoñas de corta edad... Así que cuando quise ponerme al día con este novelista de arranque explosivo y ritmo mantenido, pues eso, ya era un tío más que consolidado. 

Luego sí, pasé un poco por encima de la que ya era la primera parte de Memento Mori (a esta trilogía ya le seguía otra si no ya completa, en proceso) y luego a otras cosas... Hasta hace un par de semanas que mi buen amigo Ángel Iglesias me anunció en primicia la llegada de César a Palencia para presentar su nueva perpetración. Un anuncio que llegó con el compromiso aparejado de ser yo quien lo presentara. ¡Qué presión!

¡Pero quién dijo miedo!

Así que a falta de otras doce novelas por leer me metí de lleno bajo tierra seca -juego de palabras para lectores observadores- y no saqué la cabeza hasta que no me quedé a gusto -y tan a gusto- con el resultado. ¡Qué ambientación! ¡Qué ritmo! ¡Qué personajes! En fin. En cuatro trazos y a costa del cabreo del autor por la comparación, una clásica peli del oeste ambientada en la España profunda, la Extremadura miserable, de principios del siglo XX. No le falta de nada: el héroe torturado por su pasado con dos estrellas de teniente -de la Benemérita- en vez de una de sheriff, un subalterno fiel con galones de cabo, un terrateniente malvado rodeado de sicarios de poco cerebro y mucho plomo en las cartucheras, una mujer fatal... Lo dicho, ese estereotipo cinematográfico con el que muchos pasamos nuestra infancia mientras ignorábamos que eso mismo que veíamos en la ficción de las películas no le llega a la suela del zapato a la realidad de nuestro propio pasado. 

Imaginando a los protagonistas

A ver ¿quién no ha puesto alguna vez la cara de algún personaje de la pantalla al personaje de la lectura que tiene entre manos? Bueno, pues aquí abajo muestro un poco gráficamente cómo me fui imaginando a algunos de los protagonistas de Bajo Tierra Seca... y otros a los que les he puesto cara después para completar el vídeo.

Creo que no le hizo mucha gracia a Gellida la caracterización. Es decir: cuando lo vio se partió de risa, aunque posiblemente por lo tosco de la producción. De hecho, de la presentación del libro me llevé el casi compromiso/amenaza de protagonizar la primera muerte de su próxima novela. Bueno, yo no, un personaje calvo y de barba roja despellejado lenta y dolorosamente... ¡Aunque me felicitó por mi entusiasmo!

No se puede negar que nos echamos unas risas. / Foto: Manuel Brágimo
Y lo cierto es que razón no le falta -en lo de mi entusiasmo tampoco- porque lo triste es que muchas generaciones han crecido -y pocos lo hemos corregido- pensando que la realidad es la que muestran las producciones norteamericanas, obviando muchos lo nuestro y dándolo poco menos que por fantasía irreal o realidad vergonzosa. ¡Pues claro que aquí había -¿y hay?- terratenientes y caciques! Como también había -y hay- héroes anónimos a los que les pesaban más en la cabeza sus miserias que su altruismo natural (ya sabes, aquello del hombre que es bueno por naturaleza). Pero suena mejor que se llamen sheriff Smith que teniente Gallardo, y nos atrae más el currículum de un veterano de Gettysburg que el de un derrotado de Filipinas. 

Así que sí, gracias hay que darle a Gellida por recrear este guión entre Zafra y Almendralejo en vez de algún Rocky Gulch, Tucson, Eagle Crest... o cosas así, con personajes como los guardias civiles Martín Gallardo y Darío Pacheco, la viuda Antonia Monterroso, el malvado Ramón Acevedo y su sicario Patricio Carvajal, el reo Jacinto Padilla, el inocente Goyito Espinosa o la pobre Rosario... por decir algunos.

Post data:

¿Y cómo no acordarme de un antecedente de la trama de Gellida como fueron las novelas de Francisco García Pavón protagonizadas por el especialista en misterios Plinioagente municipal de Tomelloso y cronológicamente más o menos contemporáneo de su compañero benemérito Martín Gallardo? Si se le hubiesen complicado las cosas al guardia civil de Almendralejo, bien que podía haber pedido el apoyo del Sherlock Holmes español en comisión de servicio.

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